Ana Wang era natural de Majiazhuang, en la provincia china de Hebei, donde nace el año 1886. Su familia era católica pero no muy fervorosa y, sin embargo, ella desde pequeña mostró mucha inclinación a la piedad. Llegada a la adolescencia, quería mantener su virginidad y consagrarse al Señor pero su familia, a sus espaldas, concertó su matrimonio y, para ello, fue llevada a otro pueblo. Antes de que el matrimonio se consumara, ella escapó y volvió a su pueblo. Al poco tiempo se supo que llegaban los boxers y Ana y otros muchos se refugiaron en la escuela, donde ella los animó al martirio. Llegaron los boxers y exigieron enseguida la apostasía. Apostataron algunas mujeres, entre ellas su madrastra, lo que Ana sintió muchísimo. Apresada con otros, fue llevada al camino de Daining con los demás y decapitada. Tenía 14 años.
Lucía Wang Wangzhi, de 31 años, tenía un hijo de 7 años llamado Andrés. Eran de Wei-Hsien. Con otros muchos acuden a refugiarse en la escuela de Majiazhuang, donde los capturan los boxers. Viendo venir que su final era el martirio pasó la noche en oración. Llegada la hora del sacrificio, junto a la boca de la fosa, un soldado se compadeció del niño y propuso al capitán le diera permiso para adoptarlo, pero la madre, viendo el peligro de que en ese caso el niño se educara fuera de la fe cristiana, atrajo al niño a sí. Éste comprendió, se puso de rodillas y comenzó a rezar en voz alta. Entonces madre e hijo fueron decapitados. Era el 22 de julio de 1900. Estos mártires eran canonizados por Juan Pablo II el 1 de octubre de 2000, junto con los demás mártires de China.