Los Cantalupo constituían una familia normanda que pasó a Inglaterra con Guillermo el Conquistador, quien le concedió múltiples honores y posesiones. Gracias a una serie de convenientes matrimonios, los Cantalupo aumentaron sus riquezas y emparentaron con los Strongbow y los Marshal, condes de Pembroke, con los Fitzwalter, condes de Hereford, y con los Brasoe, señores de Albergavenny. El padre de Santo Tomás era ayuda de cámara de Enrique III; su madre, Millicent de Gournay, era condesa de Evreux y de Gloucester. Tomás tenía cuatro hermanos y tres hermanas, con quienes no llevaba relaciones muy estrechas. Nació hacia el año 1218, en Hambleden, en las proximidades de Great Marlow. Su educación quedó a cargo de su tío Walterio, obispo de Worcester, quien le envió a Oxford a los diecinueve años. Pero el joven pasó poco tiempo ahí y se trasladó luego a París con su hermano Hugo(1). En Francia los jóvenes vivían en una inmensa posesión. En 1245, acompañaron al Concilio de Lyon a su padre, quien había sido enviado como legado de Inglaterra. Probablemente Tomás recibió ahí la ordenación. El Papa Inocencio IV le concedió una dispensa para que pudiese gozar de varios beneficios eclesiásticos simultáneamente, y el joven Tomás hizo amplio uso de dicha dispensa.
Después de enseñar derecho civil en Orleans por algún tiempo, volvió a París. Ahí obtuvo el título de licenciado y entonces pasó a Oxford a enseñar derecho canónico. En 1206 fue elegido canciller de la Universidad. Aunque se distinguió siempre por su caridad para con los estudiantes pobres, no dejaba por ello de exigir severamente el cumplimiento de la disciplina. Había entonces en Oxford una buena cantidad de estudiantes aún no graduados, a los cuales se permitía portar armas. Desgraciadamente, se hallaban divididos en dos partidos: los del norte y los del sur. Tomás llegó a formar un verdadero arsenal con las armas que se vio obligado a confiscar. Cuando el príncipe Eduardo acampó cerca de la ciudad y puso en entredicho a la Universidad, los estudiantes quemaron la casa del preboste, hirieron a muchos de los habitantes y vaciaron la bodega del alcalde, que era un comerciante en vinos. El abuelo de Tomás había sido uno de los defensores de Juan sin Tierra; en cambio, Santo Tomás se alió con los barones en la lucha contra Enrique III y fue uno de los designados para defender la causa de los barones en 1264, en Amiens, ante San Luis de Francia. Después de la derrota de Enrique III en Lewes, Tomás fue nombrado canciller del reino. Su prudencia, su valor, su sentido de justicia y su absoluto desprecio del respeto humano, así como su incorruptible honradez hacían de él un prototipo de magistrado. Sin embargo, no ocupó mucho tiempo el cargo, ya que fue depuesto cuando Simón de Montfort triunfó en Evesham. El santo, que tenía entonces unos cuarenta y siete años, se retiró a París.
Algunos años más tarde retornó a Oxford. Tal vez fue nombrado nuevamente canciller de la Universidad; lo que está fuera de duda es que recibió el grado de doctor en teología en la iglesia de los dominicos. En el discurso que pronunció con tal ocasión, Roberto Kilwardby, arzobispo electo de Canterbuy declaró que el nuevo doctor había llevado una vida irreprochable. Sin embargo el santo siguió demostrando que el pluralismo de beneficios eclesiásticos no estaba reñido con las más grandes cualidades: en efecto, además de ser archidiácono de Stafford y chantre de York, poseía cuatro canonjías y siete u ocho beneficios parroquiales, particularmente en Hereforshire. Administraba sus beneficios por medio de vicarios y solía presentarse de improviso para estar seguro de que sus súbditos recibían los cuidados corporales y espirituales que se les debían. En 1275, elegido obispo de Hereford, recibió la consagración episcopal en la iglesia de Cristo, de Canterbury. El santo comentó con desagrado el hecho de que los obispos de Gales no hubiesen asistido a su consagración.
Debido a las guerras civiles y a la pusilanimidad de sus dos predecesores la amplia y rica diócesis de Hereford se hallaba en un estado lamentable cuando Santo Tomás fue elegido para gobernarla. Enfrentándose con los señores temporales y espirituales de la región, que se aferraban a sus derechos y posesiones, fue venciéndolos uno a uno. Excomulgó a Corbet, barón de Gales; obligó a lord Clifford a hacer penitencia pública en la catedral de Hereford; el obispo de Saint Asaph y el obispo de Menevia, que habían tratado de impedir que consagrase la iglesia abacial de Dors, experimentaron el peso de la mal de la mano aquel prelado feudal, que era a la vez barón y obispo, "solícito y prudente en las cosas de este mundo y todavía más solícito y prudente en las de Dios." El santo hubo de luchar durante largo tiempo con Gilberto de Clare, conde Gloucester, quien insistía en cazar en la posesión del obispo, en Malvern. Gilberto replicó a las amenazas del prelado llamándole "cleriguillo" y amenazándole con golpearlo. Naturalmente, el epíteto provocó la cólera de Sato Tomás, quien citó al conde ante los jueces. El resultado del juicio puede verse todavía en el "Foso del Conde". Ese foso es muy anterior a la época de Gilberto de Clare, pero fue él mismo quien lo mandó reparar y cercar para marcar los límites de su propiedad y evitar que sus venados se refugiasen en las tierras del obispo. Entre los numerosos incidentes y rasgos de la vida y la persona de Santo Tomás que se hallan consignados en el proceso de canonización, se cuenta que, cuando visitaba su diócesis, preguntaba a todos los niños que encontraba en el camino si estaban confirmados; si la respuesta era negativa, procedía a conferirles inmediatamente el sacramento. Excomulgaba y reprendía a los pecadores públicos, sobre todo a aquellos que ocupaban puestos de importancia y daban mal ejemplo a sus subordinados. No permitía que se acumulasen beneficios eclesiásticos, sin la dispensa requerida para ello; así, privó de sus beneficios al deán de San Pablo y a los archidiáconos de Northampton y Salop.
Desgraciadamente, en los últimos años de la vida de Santo Tomás estalló una disputa entre él y Juan Peckham, arzobispo de Canterbury, debido a ciertas cuestiones de jurisdicción y a algunos incidentes ocurridos en la diócesis de Hereford. En un sínodo que tuvo lugar en Reading en 1279, Santo Tomás encabezó a los sufragáneos ofendidos. Roma les dio la razón a su debido tiempo; pero Juan Peckham excomulgó a Santo Tomás. Algunos obispos se negaron a publicar el decreto de excomunión, y Santo Tomás anunció públicamente que iba a apelar ante el Papa Martín IV, a quien fue a ver a Roma. Todavía se conservan ahí algunas cartas de los procuradores de Juan Peckham. A pesar del alboroto que éstos causaron en la Ciudad Eterna, el Sumo Pontífice acogió amablemente a Santo Tomás en Orvieto. Mientras se estudiaba el proceso, el santo se retiró a Montefiascone, pero, ya para entonces, las fatigas y el calor del viaje habían arruinado su salud y cayó gravemente enfermo. Se cuenta que uno de sus capellanes, al comprender que la enfermedad era mortal, le dijo: "Señor, ¿no quisierais confesaros?" Tomás se le quedó mirando y replicó: "Estáis loco." El capellán repitió por dos veces la proposición y recibió la misma respuesta. Lo que ignoraba el pobre capellán era que el santo acostumbraba confesarse todos los días. Santo Tomás falleció el 25 de agosto de 1282 y fue sepultado en Orvieto. Sus reliquias fueron pronto trasladadas a Hereford. La capilla catedralicia en la que fueron depositadas, se convirtió en uno de los santuarios más famosos del occidente de Inglaterra (Juan Peckham se negó a conceder el permiso de enterrar los restos hasta que vio con sus propios ojos el certificado de absolución concedido por la penitenciaría papal). Los milagros empezaron a multiplicarse: en las actas de canonización se enumeran nada menos que cuatrocientos veintinueve. La causa se introdujo a instancias del rey Eduardo I y llegó a su término en 1320. El Martirologio Romano menciona a Santo Tomás el día del aniversario de su muerte, pero los canónigos regulares de Letrán y las diócesis de Birmingham, Shrewsbury y otras celebran su fiesta el 3 de octubre. Las diócesis de Cardiff y Salford la celebran el 5 de octubre, y la de Westminster el 22 del mismo mes.
Los bolandistas, que pudieron servirse de los documentos del proceso de canonización, presentan un relato muy completo sobre Santo Tomás en Acta Sanctorum, vol. 1, octubre. La obra de Strange, Lile and Gests of St. Thomas of Cantelupe (1674), se basa únicamente en los materiales que proporcionan las crónicas de Capgrave y Surio; la Quarterly Series publicó, en 1879, una reimpresión de la obra del P. Strange, que es ya muy anticuada. Actualmente disponemos de una inmensa cantidad de nuevos materiales, gracias a la publicación de las actas episcopales de Cantelupe llevada a cabo por la Canterbury Society y la York Society, así como a la publicación de "Bishop Swinfield's Household Expenses" (Camden Society), de la correspondencia de Juan Peckham (Rolls Series), etc. Por otra parte, se encuentran bastantes referencias a Santo Tomás en casi todas las crónicas de la época. El artículo de Tout, en DNB, vol. VIII, pp. 448-452, es muy completo y de un tono acertadísimo. Desgraciadamente no podemos decir otro tanto del bien documentado artículo de A. T. Bannister, The Cathedral Church of Hereford (1924). Acerca de las reliquias del santo, véase el artículo de E. Horne en Clergy Review, vol. XXVIII (1947), pp. 99-104. Cf. D. L. Dowie, Archbishop Pecham (1952).