Después de la Revolución Francesa y de la marejada de impiedad que ésta desató sobre Europa, todos los que verdaderamente tenían a Dios en su corazón, comprendieron que era indispensable restablecer la educación cristiana, si querían salvar algo de lo bueno que quedaba. Así, durante la primera mitad del siglo diecinueve comenzaron a florecer numerosos institutos religiosos dedicados a esta tarea en todas partes; muchos de ellos fueron fundados por almas perseverantes y devotas que parecen haber sido guiadas por Dios en sus esfuerzos para responder a aquella imperiosa necesidad. Uno de aquellos seres valientes fue Paula Frassinetti, hermana de un sacerdote muy conocido como autor de numerosos libros de devoción y que fue también un entusiasta trabajador apostólico.
Paula nació en Genova, el 3 de marzo de 1809. En los primeros años de su vida, su salud era delicadísima y, con la esperanza de que un cambio de clima le resultara benéfico, sus padres la enviaron a vivir con su hermano, que por entonces era párroco de Quinto. Ahí pareció mejorar bastante, pudo dedicarse a instruir niños pobres y, en poco tiempo, encontró su verdadera vocación. Se sintió inspirada a reunir a otras gentes en torno suyo y a fundar un instituto que se dedicase enteramente al trabajo de instrucción. Se encontró, desde luego, con muchas dificultades, y la completa falta de recursos no fue el menor de los obstáculos en su camino. Pero su tacto, su espíritu de sacrificio y su ardiente devoción (a menudo pasaba la mayor parte de la noche en oración) triunfaron al fin. Las Hermanas de Santa Dorotea, como se llamó la congregación, se extendió y multiplicó, no sólo en muchas partes de Italia, sino que atravesó el mar y llegó a establecerse en Portugal y en Brasil. En 1863, la Santa Sede aprobó formalmente esta institución. Se afirma que santa Paula tenía un maravilloso poder para leer en los pensamientos y una gran sabiduría sobre los secretos del corazón humano. Tras una serie de ataques y agotada por el incesante trabajo, murió tranquilamente en el Señor, el 11 de junio de 1882. Fue beatificada en 1930 y canonizada por SS Juan Pablo II el 11 de marzo de 1984.
Véase el breve de beatificación en el Acta Apostólicae Sedis, vol. XXII (1930), pp. 316-319, y la bula de canonización en AAS LXXVII (1985) 923-928. Hay una biografía en italiano escrita por A. Capecelatro (1901) y otra en inglés, de J. Unfreville, publicada en los EE. UU. c 1944, bajo el titulo A Foundress in the Nineteenth Century. Este artículo del Butler es anterior a la canonización, sin embargo no hay datos más relevantes que agregar a lo bien sintetizado de este texto. En el sitio del Vaticano, con motivo de la canonización, se publicó la biografía que se lee antes de la ceremonia, aunque lamentablemente consiste más en una historia y panegírico de la institución que en una hagiografía de la santa. También puede leerse, aunque en italiano, la homilía de la misa de canonización.