Esta noble dama fue biznieta de Carlos Martel. Nació en Alsacia, donde su padre gozaba del favor de Carlomagno, en cuya corte Ida recibió su educación. El emperador la entregó en matrimonio a un caballero llamado Egberto; pero la muerte de su esposo dejó viuda a Ida cuando era todavía muy joven. Entonces se dedicó a santificar su estado redoblando sus devociones, sus renunciamientos y sus austeridades. Las rentas que le producían sus bienes y sus tierras las empleaba principalmente en ayudar a los pobres. Construyó una pequeña capilla dentro de una iglesia que ella había fundado cerca de su casa en Hofstadt, en Westfalia.
Pasados los años, cuando su hijo Warin, movido por el ejemplo de su madre, se fue de monje a Corvey, Ida trasladó su residencia a Herzfeld, donde permaneció el resto de su vida, dedicada por entero a las buenas obras. A fin de tener siempre presente la muerte y sus deberes de caridad para con el prójimo, Ida hizo construir un sarcófago de piedra que, diariamente, colmaba de alimentos para distribuirlos entre los pobres. En sus últimos años, sufrió una dolorosa enfermedad incurable, que soportó con mucha paciencia. Santa Ida fue sepultada en el cementerio del convento que ella había fundado en Herzfeld. Un siglo y medio después de la muerte de la santa, un monje de Werden llamado Uffing escribió su vida, donde abundan las incertidumbres y los milagros improbables.
Ese escrito se halla incluido en el Acta Sanctorum, sept., vol. II. Hay una biografía moderna de A. Husing Die hl. Ida von Herzfeld (1880).