En el cuarto libro de su «Ecclesiastical History», san Beda el Venerable se refiere a santa Heiu que, según él, está considerada como la primera mujer que se hizo monja en Nortumbría y que fundó un monasterio en Hartlepool. Esta abadía quedó a cargo de santa Hilda, y Heiu se fue a vivir a Tadcaster. Poco más adelante, el Venerable hace mención de santa Bega y nos dice que, después de haber sido religiosa durante más de treinta años en el convento de Hackness, tuvo una visión del alma de Hilda, la fundadora, que ascendía al cielo. Santa Bega ha sido identificada por Leland y los bolandistas como aquella privilegiada mujer, santa Heiu; la identificación no ha sido confirmada, pero tampoco denegada.
Bega es la heroína de una leyenda donde aparece como hija de un rey irlandés, desposada desde su niñez con un hijo del rey de Noruega. Pero la doncella había consagrado su virginidad a Jesucristo y un ángel se le había aparecido para entregarle un brazalete marcado con una cruz, como señal del desposorio. El día anterior al de la ceremonia de su entrega al príncipe noruego, mientras éste y el rey de Irlanda charlaban en el salón, Bega recurrió a los poderes celestiales del brazalete, escapó de palacio sín ser vista y, sentada sobre un trozo de tierra cubierto de césped, atravesó el mar y llegó, sana y salva a la costa de Cumberland. Durante algún tiempo vivió ahí como una anacoreta, y las gaviotas, ánades y albatros, le llevaban lo necesario para su sustento. Los hombres fueron menos misericordiosos que las aves y, cuando algunos descubrieron el escondite de la princesa, comenzaron a rondarla y a acecharla con perversas intenciones, hasta que el rey de Nortumbría, san Oswaldo, le mandó avisar que se cuidase y que, para salvaguardia de su virtud, le aconsejaba que se hiciese monja. La doncella atendió el consejo y tomó el velo de manos de san Aidán (Beda dice que fue este santo quien consagró a Heiu como religiosa) y estableció un monasterio en Saint Bees (Copeland) que, en fechas posteriores, se convirtió en una célula de la abadía benedictina de Saint Mary, en York.
A pesar de lo fabuloso de esta leyenda de santa Bega, no hay duda de que la santa existió ni de que fue muy venerada en Nortumbría. El promontorio donde vivió en soledad lleva todavía su nombre: Saint Bee's Head, y se sabe que fue protectora de los pobladores del lugar, siempre oprimidos por sus señores feudales y amenazados por las incursiones de los escoceses. Las gentes del país han llegado a afirmar que tienen en su posesión el auténtico brazalete maravilloso de santa Bega, al que atesoran lo mismo que a las historias referentes a los actos de devoción y piedad por los pobres y afligidos que la santa practicó en vida y de cómo ella misma cocinaba, lavaba y remendaba para los trabajadores que construyeron su monasterio. Santa Bega fue venerada en Escocia y en Noruega; posiblemente se la pueda identificar con aquella «Becga, virgen, hija de Gabhsan», a quien se menciona en el Martirologio de Tallaght el 10 de febrero. Su fiesta se celebra en la diócesis de Lancaster.
Es muy difícil establecer la verdad donde no hay ninguna garantía sobre la autenticidad de las fuentes de información. Toda la leyenda de santa Bega depende de un sólo documento manuscrito al que Hardy, en su Descriptive Catalogue, I, p. 223, establece en el siglo doce. Las lecciones en el Breviario de Aberdeen apoyan esa historia. Ver Kalendars of Scottish Saints, p. 278 y Acta Sanctorum, sept. vol. V. C. Plummer, especializado en tradiciones irlandesas y anglo-sajonas dice que la Begu de Beda «no debe confundirse, como suele hacerse, con Heiu o con la fabulosa santa irlandesa Bega, cuyo nombre se conserva en Santa Bee». En Lives of the English Saints, Faber relata con gracia y buen estilo la leyenda de santa Bega y cita una «stanza» del poeta Wordsworth sobre el promontorio de Santa Bee. El texto en latín del manuscrito fue traducido por C. Tomlinson y publicado por él mismo en los Carlisle Historical Tracts.