Beatriz, cuyo nombre portugués era Brites, nació en 1424. Era hermana del beato Amadeo, iniciador de la «reforma de Marignano» en la orden franciscana, a quien se tributa culto popular en Milán. Beatriz se educó en la corte de la princesa Isabel, la madre de la que sería Isabel la Católica. Cuando tenía unos veinte años, la acompañó a España, en ocasión de su matrimonio con Juan II de Castilla. La belleza y el encanto de Beatriz provocaron los celos de la reina. En todo caso, la soberana prestó oídos a las hablillas de las envidiosas damas de la corte, y Beatriz pasó tres días en la prisión sin probar alimento. Cuando recobró la libertad, convencida de la futilidad de la vida de la corte, se retiró al convento de las cistercienses de Toledo.
Desde tiempo atrás, ideaba la beata la fundación de una nueva orden femenina y, en 1484, consiguió poner en pie la congregación de la Inmaculada Concepción de María. Isabel la Católica regaló a la nueva comunidad el castillo de Galiana. Las religiosas adoptaron una variante de la regla cisterciense y vestían un hábito blanco y un manto azul, ya que la Virgen María se había aparecido en esa forma a la fundadora. Santa Beatriz murió en 1490. Poco después, bajo la influencia del cardenal Jiménez de Cisneros, que era franciscano, la congregación adoptó una modificación de la regla de las Clarisas Pobres y fue aprobada oficialmente. Todavía existe en España y otros países. El culto de santa Beatriz fue confirmado en 1926, pero la canonización le llegó el 3 de octubre de 1976, bajo el pontificado de SS. Pablo VI.
Sobre la santa, no hay mucho más material histórico que el comentado aquí; es digna de leerse la homilía del Papa en la canonización, que está en el sitio vaticano en italiano, con fragmentos en portugués y español. Acerca de la Orden de las Concepcionistas, de la que fue miembro la famosa mística María Coronel de Agreda, véase Heimbucher. Die Orden und Kongregationen der Kath. Kirche, vol. 11, pp. 488 ss.