Vicente Grossi, sacerdote de Cremona, fundador de las Hijas del Oratorio (1845-1917). He aquí otro apóstol de la juventud y un ejemplo claro y convincente para los sacerdotes directamente implicados en el cuidado de las almas, nuestros excelentes sacerdotes de parroquias de todo el mundo, que encuentran en él un nuevo modelo de santificación y celo pastoral. De hecho, fue párroco durante 44 años, con todos los compromisos que conlleva esa vida, desde la predicación actualizada y viva al delicado apremio por los enfermos, de lo espiritual a lo administrativo.
La dedicación que en él provenía de la profunda fe le lleva sobre todo a pensar en la niñez y la adolescencia, a la que dedicó su atención, y para los que fundó el Instituto de las Hijas del Oratorio, que se ocupa en particular del catecismo en parroquias: simple, grande, irremplazable apostolado, sin el cual no es posible poner ninguna base sólida en la vida cristiana.
Don Grossi fue así: en la solidez de sus generosas virtudes, ocultas en el silencio, purificadas por el sacrificio y la mortificación, refinadas por la obediencia, ha dejado un profundo surco en la Iglesia, que ahora lo ofrece como un modelo y al cual se dirige como intercesor.
De la homilía de SS Pablo VI en la misa de beatificación, el 1 de noviembre de 1975; puede leerse aquí la homilía completa, en italiano.