Sin embargo, no ejerció por mucho el priorato, ya que conocido y estimado por el papa Honorio III, fue nombrado ayudante del obispo Hugo en ese mismo año, ejerciendo para todos los efectos las tareas de titular de la diócesis, hasta que en 1213 quedó como titular. Como tal, dio un alto ejemplo de responsabilidad pastoral, no dudando en excomulgar a quienes habían profanado la iglesia de un pueblo. Adoptó en la casa episcopal a un niño huérfano del lugar, a quien atendía con los honores correspondientes al propio Jesucristo. «Llevó una vida perfecta, permaneciendo como cuando vivía en el monasterio en cuanto a ayunos, vigilias y oraciones, dedicándose a Dios, y ocupado en el cuidado episcopal del culto divino, y del socorro a las personas más pobres y necesitadas» (Legenda Minor). Pero su episcopado no fue largo, porque el 9 de febrero de 1217 moría, dejando fama de santidad en el pueblo, que enseguida lo tuvo por santo.
Su cuerpo fue enseguida embalsamado y se abrió un «proceso de milagros» (constatación de los milagros que ocurrían por su intercesión) y al poco tiempo fue trasladado al altar de la catedral, rito que en la época equivalía a lo que posteriormente fue el proceso de la canonización. En 1456 se trasladó a la nueva catedral de Nocera, y su nombre se asoció al título del templo, que tiene como patriona principal la Asunción de la Virgen.
Basado, aunque sólo en los datos, en un artículo de Fabio Arduino en Santi e beati.