Las noticias que hemos recibido sobre este santo ermitaño provienen de S. Gregorio Magno, que fue contemporáneo. Por lo tanto, aunque es el único testigo es también el más autorizado y veraz. Hay una 'Vida' del santo narrada por Leone Marsicano en 1094, que sigue los pasos de los traslados posteriores de reliquias.
Nativo de Vitulano, en la zona de Benevento, de origen noble, fue un ermitaño o "solitario" en las montañas de Sannio, que llevó una vida muy pobre, llena de duras penitencias y meditaciones, permaneciendo en una cueva. Murió alrededor del 3 de noviembre de 583, fecha en que su cuerpo fue llevado a la ciudad de S. Agata dei Goti, donde inmediatamente recibió un culto general.
Poco se sabe de su vida, pero debió ser bien conocido por los habitantes de las aldeas de alrededor de la montaña donde estaba; según la 'Vida' de Marsicano, su cuerpo fue trasladado a la ciudad de Caiazzo. En las alturas de Vitulano aún existe un antiguo oratorio construido sobre el lugar de su muerte, destino de peregrinaciones.
También en S. Agata dei Goti había una iglesia antigua dedicada a su nombre y cuando en 1114 la catedral fue completada, fue consagrada por el Papa Pascual II, además de al Salvador, a la Virgen y a SS. Pedro y Pablo, también a san Menna confesor.
En 1705 el obispo de S. Agata dei Goti Filippo Albini, noble amante de las artes, renovó el culto de san Menna, elevándolo a "santo patrono menor" al dedicarle una capilla con altar en la Catedral e instalar un retablo que lo representa en meditación pintado por el pintor Tommaso Giaquinto.
También es el patrono de la ciudad de Vitulano; su fiesta litúrgica, originalmente el 10 de noviembre, según consta en los códices antiguos, fue luego trasladada al 11 de noviembre, tal vez por la coincidencia en el mismo día que el gran san Menna mártir de Egipto.
Traducido con escasos cambio de un artículo de Antonio Borrelli.