San Mauronto nació en Flandes el año 634. Era el hijo primogénito de Adalbaldo y Gertrudis. Pasó su juventud en la corte del rey Clodoveo II y de la reina Batilde, donde ocupó varios cargos de importancia. A la muerte de su padre, volvió a Flandes a poner en orden los asuntos de su casa y a hacer arreglos para su propio matrimonio. Pero Dios le tenía escogido para la vida religiosa. El instrumento del que se valió para guiar al joven hacia su verdadero camino fue san Amando, obispo de Maestricht, que vivía entonces retirado en el monasterio de Elnone. El santo prelado predicó un sermón que impresionó tan profundamente a Mauronto, que decidió retirarse al punto al monasterio de Marchiennes. En dicho monasterio se le confirió el diaconado.
El santo construyó en sus tierras de Merville de la diócesis de Thérouanne la abadía de Breuil, de la que fue primer abad. Cuando el rey Teodorico III desterró de Sens a san Amado y le mandó retirarse a Breuil, san Mauronto, que tenía en alta estima a san Amado, le cedió el puesto de superior y le prestó obediencia hasta su muerte, ocurrida el año 690. Entonces san Mauronto reasumió las funciones abaciales. Santa Rictrudis, en su lecho de muerte, confió al santo la supervisión del doble monasterio de Marchiennes, del que era abad santa Clotsinda, hermana de san Mauronto. El santo se hallaba en Marchiennes, cuando le sobrecogió una enfermedad que le llevó al sepulcro.
El artículo sobre san Mauronto (Acta Sanctorum, mayo, vol. II) se basa casi exclusivamente en la biografía de santa Rictrudis.