Todos los antiguos registros de los obispos romanos, que nos han sido transmitidos por san Ireneo, Julio Africano, san Hipólito, Eusebio de Cesarea, y también por el catálogo Liberiano del 354, colocan el nombre de Lino directamente después del Príncipe de los Apóstoles, san Pedro. Estos registros se remontan a una lista de los obispos romanos que existió en tiempo del papa san Eleuterio (cerca del 174-189), cuando Ireneo escribió su libro «Adversus haereses». Como opuesto a estos testimonios, no podemos aceptar como más segura la afirmación de Tertuliano, que coloca indudablemente al papa san Clemente I (De praescriptione, XXII) después del apóstol san Pedro, como fue admitido más tarde también por otros eruditos latinos (san Jerónimo, «De vir. ill.», XV). La lista romana en san Ireneo tiene mayores reclamos de autoridad histórica. Este autor afirma que el papa Lino es el Lino mencionado por san Pablo en su segunda carta a Timoteo 4,21. El pasaje de Ireneo (Adv. haereses, III, III, 3) dice: «Después que los Santos Apóstoles (Pedro y Pablo) fundaron y pusieron la Iglesia en orden [en Roma] le dieron el ejercicio del oficio episcopal a Lino. El mismo Lino es mencionado por san Pablo en su Epístola a Timoteo. Su sucesor fue Anacleto». Aunque para nosotros no es claro si esta identificación del Papa con el Lino mencionado en 2 Tim. 4,21 se origina en una fuente antigua y confiable, o si se originó luego debido a la similitud del nombre.
El término del pontificado de Lino, de acuerdo a las listas de papas que nos han llegado, fue de sólo doce años. El Catálogo Liberiano dice que duró doce años, cuatro meses y doce días, pero las fechas dadas en este catálogo, 56 d.C. hasta el 67 d.C, son incorrectas. Quizás fue debido a estas fechas que los escritores del siglo IV opinaron que Lino había ocupado la posición de cabeza de la comunidad romana en vida del Apóstol; por ejemplo, Rufino, en el prefacio a su traducción del seudo-Clementino «Reconocimientos». Pero esta hipótesis no tiene base histórica. No hay duda que según los relatos de Ireneo respecto a la Iglesia Romana en el siglo II, Lino fue escogido para ser cabeza de la comunidad de cristianos en Roma, después de la muerte del Apóstol. Por esta razón su pontificado se data desde el año de la muerte de los Apóstoles Pedro y Pablo, año que, sin embargo, no se conoce con toda seguridad.
El Liber Pontificalis afirma que Lino provenía de un hogar de Toscana, y que el nombre de su padre era Herculano; pero no sabemos cuál es el origen de esta afirmación. De acuerdo a la misma obra sobre los Papas, se supone que Lino emitió un decreto «en conformidad con la ordenanza de san Pedro», de que las mujeres debían tener sus cabezas cubiertas en la iglesia. Sin duda que este decreto es apócrifo, y copiado por el autor del «Liber Pontificalis», de la Primera Epístola de San Pablo a los Corintios (11,5) y atribuida arbitrariamente al primer sucesor del Apóstol en Roma. La declaración hecha en la misma fuente, de que Lino sufrió el martirio, no puede ser probada y es poco factible, pues entre Nerón y Domiciano no hay mención de ninguna persecución a la Iglesia Romana; e Ireneo (op. cit., III, IV, 3) de entre los primeros obispos romanos, sólo designa al papa san Telesforo como mártir glorioso. Finalmente este libro (el Pontificalis) afirma que Lino, luego de su muerte, fue enterrado en el Vaticano, junto a san Pedro, pero no sabemos si el autor tuvo alguna razón decisiva para esta afirmación. Como San Pedro ciertamente fue enterrado al pie de la Colina del Vaticano, es muy posible que los primeros obispos de la Iglesia Romana fueran enterrados también allí, pero no había nada en la tradición litúrgica del siglo IV de la Iglesia Romana que probara esto, porque fue sólo a fines del siglo II que se instituyó alguna fiesta especial para los mártires, y consecuentemente Lino no aparece en las listas del siglo IV de las fiestas de los santos romanos.
Según Torrigio («Le sacre grotte Vaticane», Viterbo, 1618, 53) cuando la actual «confesión» se construyó en San Pedro (en 1615), se encontraron unos sarcófagos, y entre ellos había uno que llevaba la palabra Lino. La explicación dada por Severano acerca de este descubrimiento («Memorie delle sette chiese di Roma», Roma, 1630, 120) es que probablemente estos sarcófagos contuvieron los restos de los primeros obispos romanos, y que el que contenía esa inscripción era el lugar de entierro de Lino. Esta afirmación fue repetida más tarde por diferentes escritores, pero de un manuscrito de Torrigio vemos que en el sarcófago en cuestión había otras letras además de la palabra Lino, por lo que podrían haber pertenecido a algún otro nombre (tal como Aquilino, Anulino). El lugar del descubrimiento de la tumba es una prueba de que no podría ser la tumba de Lino (De Rossi, «Inscriptiones christianae urbis Romae», II, 23-7).
La fiesta de San Lino ahora se celebra el 23 septiembre. Esta también es la fecha dada en el «Liber Pontificalis». Una epístola sobre el martirio de los Apóstoles san Pedro y san Pablo se atribuyó más tarde a san Lino, y supuestamente fue mandada por él a las Iglesias Orientales. Es apócrifa y de una fecha posterior que la historia del martirio de los dos apóstoles, atribuido por algunos a Marcelo, lo que también es apócrifo ("Acta Apostolorum apocrypha", ed Lipsius y Bonnet, I, ed; Leipzig, 1891, sqq de XIV., 1 sqq.)
Ver LIGHTFOOT, Los Padres Apostólicos; San Clemente de Rome, I (Londres, 1890), 201 sqq.; HARNACK, Geschichte der Altchristlichen Literatur, II: Die Chronologie I (Leipzig, 1897), 70; Acta SS. septiembre, VI, 539 sqq., Liber Pontificalis, ed. DUCHESNE, I, 121: cf. Introducción, LXIX; DE SMEDT, Dissertationes selectae in primam aetatem hist. eccl., I, 300 sqq.
Artículo de J.P. Kirch en la Catholic Encyclopedia (1910), que tomamos de la traducción -en la que introdujimos escasas variaciones- de Alonso Teullet en la versión castella de la CE de Aci.