Luego de la cruenta persecución de la década de 1840, la fiereza había ido amainando, y en los 50 los cristianos, aunque aun no libres de practicar al religión, no se veían más que mal vistos, sin ser formalmente perseguidos. Sin embargo un acontecimiento político ajeno a la fe, la presión de Rusia en las fronteras de Corea, hizo sospechar a los nativos nuevamente de estos coreanos aliados de misioneros europeos. La regente del reino, a pesar de que ella misma había recibido instrucción cristiana, sentía una profunda aversión personal hacia la fe cristiana a causa de que no se rinde culto a los antepasados. En este contexto, la sospecha de alianza entre los cristianos con Occidente hizo eclosión, y se la lanzó la última oleada de persecución en 1864, que duró hasta enero de 1867.
De todos los cristianos muertos en esta oleada, se han canonizado ya a 103, y el último fue, precisamente, el agricultor, padre de familia y catequista que conmemoramos hoy, Juan Yi Yun-li, que había nacido en 1823 en Hongju, Chungcheong-do, y fue, luego de los tormentos, decapitado en la capital del reino el 21 de enero de 1867. Fue canonizado en Seúl por el papa Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984.
Ver Ch. Dallet, Histoire de l'Église de Corée, 1874, tomo II, libro V