Bautizado con el nombre de Carlo Gaetano, Juan José de la Cruz nació en Ischia el 15 de agosto de 1654, hijo de José Calosinto y Laura Gargiulo. Con los Agustinos de la isla recibió la primera formación, y se distinguió entre sus coetáneos por una profunda piedad. Devotísimo de la Pasión de Jesús, se flagelaba hasta derramar sangre. A los quince años de edad, sintiéndose atraído por la vida religiosa, por inspiración divina escogió la Orden de los Hermanos Menores Alcantarinos en el convento de Santa Lucía al Monte. Tomó el hábito de novicio en 1670.
Bajo la guía del padre Robles pronto alcanzó el heroísmo en la práctica de las virtudes. Profesó en enero de 1671, fue el más joven de los 12 frailes que el 15 de julio de 1674 tomaron posesión del Santuario de Santa María Occorrevole en Piedimonte d’Alife, donde por iniciativa del santo fue construido un convento. El 18 de septiembre de 1677 fue ordenado Sacerdote, a pesar de su resistencia por humildad. Émulo de san Francisco y de san Pedro de Alcántara, construyó un conventico más apartado en el fondo del bosque, llamado «La Soledad». Más de nueve años fue maestro de novicios en Nápoles y guardián del convento de Santa María Occorrevole.
Elegido Ministro de la nueva Provincia Alcantarina de italianos en el Capítulo de Grumo de 1703, abrió algunas casas en Nápoles; atrajo para la observancia a unos 200 religiosos, que al fundarse la Provincia se habían alejado un tanto de la observancia, y reorganizó los estudios. Terminado su mandato, el arzobispo Francisco Pignatelli lo llamó a dirigir setenta y tres monasterios y retiros en Nápoles. Análogo encargo le hizo el cardenal Innico Caracciolo para la diócesis de Aversa.
Al enfermarse, se retiró a la soledad para entregarse libremente a la oración y a la dirección espiritual. Al santo, experto director de conciencias, desde sus primeros años de sacerdocio recurrían célebres eclesiásticos en busca de su consejo, como Mons. Julio Tormo, Mons. Emilio Cavalieri, el canónigo napolitano Mazzocchi y nobles e ilustres como la poetisa Aurora Sanseverino. También recurrían a él san Francisco de Jerónimo y san Alfonso María de Ligorio. Popularísimo por su apostolado, realizó muchas conversiones. Fue agraciado por Dios con especiales carismas: profecía, intuición de los corazones, e inclusive la resurrección del marquesito Genaro Spada. Con él se reinicia la era de los grandes reformadores. Impresionante por sus penitencias, sus milagros y su austeridad de vida. Murió el 5 de marzo de 1734, a los 80 años de edad. Fue canonizado por SS. Gregorio XVI el 26 de mayo de 1839.