Francisco Isidoro Gagelin nació en Francia, en la población de Montpertreux el 10 de mayo de 1799. Llegado a la juventud ingresó en el seminario diocesano de Besançón, pero en 1819 pasó al Seminario de las Misiones Extranjeras. Aquí se le ordenó de subdiácono y se le envió enseguida a las misiones anamitas, donde debía proseguir los estudios. Así lo hizo y el año 1822 era ordenado sacerdote. Profesor del colegio de Phuong-Ru, su trabajo pastoral más directo estuvo dedicado a los grupos cristianos que habían perdido el fervor religioso. Cuando el rey Minh-Manh llamó a los misioneros a la corte para aprovechar sus conocimientos occidentales, Isidoro fue uno de los que tuvo que acudir. Cuando se le quiso premiar haciéndolo mandarín, Isidoro prefirió obtener la licencia de volver a su trabajo misionero.
Llegada la persecución de 1833, los misioneros se refugiaron en las montañas, lo que trajo consigo que las comunidades cristianas se quedasen sin su ministerio. Empezaron las apostasías en medio de las muchas desgracias caídas sobre los fieles. Isidoro, entonces, pensó que lo mejor era entregarse, y que las autoridades, entretenidas con él, diesen respiro a los demás misioneros. Así lo hizo. Se presentó el 23 de agosto de 1833 al mandarín de Nong-Song. Fue inmediatamente arrestado, cargado con la canga y enviado a Hué. Condenado a muerte, fue estrangulado en el suburbio de Bai-Dan el 17 de octubre de 1833. Tres días más tarde el rey mandó sacar su cadáver para comprobar que no había resucitado como Jesús. Sus reliquias fueron trasladadas en 1846 al Seminario de Misiones Extranjeras de París. Fue canonizado el 19 de junio de 1988 por el papa Juan Pablo II.