Gembloux de Brabante, que es actualmente un centro de agricultura y manufactura de cubiertos, se levanta en el sitio que ocupaba antiguamente un célebre monasterio benedictino. Dicho monasterio fue fundado por san Guiberto, quien, el año 936, regaló el terreno para la construcción de la abadía. Guiberto descendía de una de las más ilustres familias de Lotaringia. Después de una brillante carrera militar, Guiberto se sintió llamado por Dios a abandonar el mundo y practicar la vida solitaria en una de sus posesiones. Durante sus años de vida eremítica, maduró el proyecto de fundar un convento en que los monjes, totalmente retirados del mundo, se consagrasen a cantar incesantemente las divinas alabanzas. La abuela de san Guiberto, que se llamaba Gisla, contribuyó a la dotación de la fundación. El primer abad fue un hombre de Dios, llamado Herluino. En cuanto el nuevo convento quedó organizado, San Guiberto se retiró a la abadía de Gorze, en la que tomó el hábito; así pudo librarse de las muestras de respeto que le prodigaban los monjes de Gembloux y evitar toda forma de complacencia.
El santo esperaba vivir en Gorze como el último de los monjes, olvidado de todos; pero pronto comprendió que era imposible interrumpir de golpe toda relación con Gembloux. Las tierras que había regalado a la abadía formaban parte de un feudo imperial y no faltaron quienes persuadieron al emperador Otón I de que Guiberto no tenía derecho a disponer de ellas. El monarca convocó a Guiberto a la corte para que se justificase: tan bien supo el santo defender sus derechos, que Otón I confirmó por un documento la fundación de la abadía y, más tarde, le concedió grandes privilegios. Pero el documento imperial no bastó para que se dejase en paz a los monjes. El conde de Namur, cuñado de san Guiberto, reclamó, en nombre de su esposa, las tierras de la abadía y confiscó las rentas. Así pues, san Guiberto tuvo que volver, durante algún tiempo, a Gembloux para defender sus derechos y proteger la abadía que había fundado. Aprovechó la ocasión para evangelizar la región y convirtió a muchos de los húngaros y eslavos que se habían establecido ahí, después de la invasión del año 954. San Guiberto pasó los últimos años de su vida en Gorze, donde sufrió una dolorosa enfermedad. Murió a los setenta años de edad, el 23 de mayo de 962. Su tumba se vio honrada con numerosos milagros.
El cronista Sigeberto de Gembloux escribió unos cien años más tarde una biografía bastante detallada de san Guiberto. Puede verse en Acta Sanctorum, mayo, vol. V. Varios historiadores han escrito acerca de la fundación de Gembloux. Véase en particular U. Berliére, Monasticon Belge, vol. i, pp. 15-26, y Revue Bénédictine, vol. iv (1887), pp. 303-307.
nota de ETF: el artículo está literalmente tomado del Butler-Guinea, sin embargo, dice al principio «Dicho monasterio fue fundado por san Guiberto, quien, el año 963, regaló...», fecha manifiéstamente imposible, y que seguramente se trata de una errata del tipógrafo; hemos restaurado 936 basándonos, aunque con dudas, en otras fuentes.