Nacido en Verona, ciudad del norte de Italia, el 9 de octubre de 1777, vivió en una época en que la ciudad era escenario de constantes conflictos entre franceses y austriacos, que se disputaban su posesión.
Los heridos abarrotaban los hospitales, los niños pobres no tenían escuela, la juventud estaba desorientada y olvidada, e incluso el clero sufría las influencias de aquel ambiente malsano.
En este contexto creció el joven Gaspar, afrontando aún más dramas familiares, como la muerte de su única hermana menor, la incapacidad de su padre para administrar los bienes de la familia y, finalmente, la separación de sus padres, decidida de común acuerdo entre ellos.
Por sugerencia de su párroco de la parroquia de San Pablo, ingresó en el seminario y el 20 de septiembre de 1800, cuando tenía casi 23 años, fue ordenado sacerdote al son de los cañonazos.
Siendo aún seminarista ya se dedicaba a los enfermos, y muy pronto comenzó también su labor con los jóvenes, rescatándolos de aquel ambiente hostil de la ciudad. Esta actividad fue tan fructífera que llegó a ser reconocido como el "Apóstol de la Juventud".
Llamado por su obispo a restaurar la dignidad del clero, realizó también una excelente labor, hasta el punto de que el seminario llegó a ser conocido como ejemplo de orden y disciplina, y los sacerdotes y seminaristas como modelos de entrega y servicio.
El P. Gaspar también demostró ser un notable consejero. Personas de lugares lejanos, gobernadores e incluso su propio obispo acudían a él en busca de consejo.
Llamado a colaborar en las misiones populares de la Parroquia de San Fermo, fue también un excelente predicador, hasta el punto de recibir de la Santa Sede el título de "Misionero Apostólico".
Pero aún quedaba una gran obra que Dios le llamaría a realizar, y que poco a poco iba tomando forma en él: la fundación de una congregación religiosa.
En aquella época, las órdenes religiosas eran perseguidas e incluso suprimidas. Las reuniones o cualquier agrupación estaban prohibidas, tomadas como posibles indicios de rebelión y oposición a los "jefes" de la ciudad, que se turnaban entre franceses y austriacos.
Pero el P. Gaspar, inspirado por una visión ante el altar de San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, orden cuya supresión estaba vigente en la época, empezó a percibir, poco a poco, la voluntad de Dios para la realización de este valiente proyecto.
El 4 de noviembre de 1816, con algunos compañeros, entró en un edificio destinado inicialmente a servir de colegio. Este edificio estaba adosado a la Iglesia de los Estigmas, que tenía ese nombre porque estaba dedicada a las llagas, o estigmas, de San Francisco de Asís.
Así, además de la escuela, en aquel ambiente de pobreza y penitencia, nació también una orden religiosa que, tras la muerte de San Gaspar, recibió el nombre de "Congregación de los Sagrados Estigmas de Nuestro Señor Jesucristo", popularmente conocidos como los "Estigmatinos".
Inspirado por el título con el que fue agraciado por la Santa Sede, y por el reconocimiento que tenía de la autoridad de los Obispos, sucesores de los Apóstoles, a quienes Jesús dio la misión: "Id y enseñad" (Cf. Mt 28,19), definió así la finalidad de su Congregación: "Misioneros Apostólicos en auxilio de los Obispos".
El P. Gaspar dedicó toda su vida a hacer siempre la voluntad de Dios. Apoyado en la oración, fue siempre capaz de percibir y realizar todo según la voluntad de Dios.
A partir de los 35 años se enfrentó a graves problemas de salud, que primero le llevaron al borde de la muerte, y después le mantuvieron postrado en cama durante la mayor parte de su vida, soportando terribles dolores y sufrimientos, pero sin que una queja saliera de sus labios.
Hacía de sus dolencias instrumentos de redención y alabanza a Dios. Las llamaba "escuela de Dios": son ocasiones que la misericordia de Dios nos concede para perdonar las muchas faltas que cometemos y por las que no hacemos penitencia. Debemos vivirlas en la perspectiva de la fe, como una luz religiosa, porque Dios quiere nuestra salvación también a través de la enfermedad y, como consecuencia, del sufrimiento.
Desde su lecho de dolor continuó su actividad como maestro, predicador de ejercicios espirituales y, sobre todo, como consejero de quienes acudían a él. Todos los que le consultaban (obispos, magistrados, sacerdotes y fieles) se asombraban de su sabiduría, y de común acuerdo le consideraban el "Ángel del Consejo".
Muchos de los enfermos a los que bendecía se curaban, y después de su muerte se registraron otros milagros por su intercesión o por el contacto con sus reliquias.
El P. Gaspar murió santamente el 12 de junio de 1853, a la edad de 76 años, y fue canonizado por el Papa Juan Pablo II el 1 de noviembre de 1989, en la fiesta de "Todos los Santos". Los milagros para su proceso de beatificación y canonización se realizaron en Brasil, en las ciudades de Río Claro y Río de Janeiro.
En este blog hay una descripción bastante reciente de los territorios en los que se extiende la congregación estigmatina. El presente artículo es traducción del que se encuentra en la página de la congregación en Brasil, provincia de la Santa Cruz.