Fulcrano nació en el territorio de Lodeve, y está bien establecido su origen noble, descendiente por parte de madre del los condes de Soustancion. Desde joven se aplicó a la piedad y las letras, y llegó a ser muy versado en el conocimiento de las Sagradas Escrituras, así como muy aplicado al ayuno, la vigilia y la oración. Su inclinación a las cosas de Dios llamó la atención del obispo Teodoro o Thierry (que gobernó la sede del 911 al 949), quien lo tomó a su cuidado y fue preparando en él a su sucesor. Muerto Thierry, el cabildo catedralicio eligió a Fulcrano, quien aceptó a su pesar, de tal modo que fue prácticamente arratrado a la sede metropolitana de Narbona para su consagración. Gobernó la diócesis de Lodeve en un largo ministerio, desde el 949 hasta el 1006.
Se conserva de su vida una anécdota que refleja la firmeza de su doctrina frente a los poderosos: Guillermo Taillefer, conde de Toulouse, se había desposado en el 973 con Arsinda de Anjou; como su esposa no le pudo dar hijos en los primeros años del matrimonio, Guillermo la despide y se casa con otra mujer, ya casada. El obispo, que conocía personalmente al conde, supo de estos hechos, y un día en que el conde lo encuentra y va a abrazarlo, el obispo reprochó públicamente su pública mala conducta, de tal modo que el conde comprendió su error y arrepentido volvió con su esposa. Ella, por su parte, recurrió a la oración, la plegaria y las obras de piedad para pedir a Dios le quitara la esterilidad, y se vio premiada con un descendiente. Las obras de piedad de la condesa y las intervenciones sobrenaturales en su favor se recogen en una gesta anónima escrita en gascón. La intervención de san Fulcrano en estos hechos hizo que el santo fuera invocado como patrono contra la esterilidad.
Fulcrano tenía por costumbre, en las fiestas de Nuestro Señor, en las de los Apóstoles y en la Cuaresma, sentar a doce pobres a su mesa y servirles él mismo la comida, lavarles los pies y darles ropa. Dios manifestó la santidad de su siervo concediéndole el don de hacer milagros, entre los que se recuerda una vez que con el agua con que lavó sus manos dio la vista a un ciego.
Su cuerpo fue encontrado incorrupto cien años después de su muerte, y se mantuvo incorrupto por 567 años, hasta que en 1573 los hugonotes lo destruyeron y dispersaron. Se conservaron tres relatos de su vida, uno de ellos prácticamente contemporáneo, y los otros dos del siglo XIII y XVI respectivamente.
De estas vidas realiza su síntesis Guerin en Petits Bollandistes, II, págs. 505-6, de donde tomo los datos principales. Los textos latinos se reproducen en Acta sanctorum, febrero II, págs. 710-717. En esta curiosa página se encuentra la genealogía de san Fulcrano. Cuadro: milagro de san Fulcrano, de François Matet (1805)