De este obispo de Vienne no hay más que su firma en las actas del concilio de Valence del 374, y su nombre en el Martirologio Jeronimiano, bajo el 3 de enero, que dice escuetamente: «En Vienne, sepultura de Florencio.». Además, la Crónica de Adón (siglo IX) -que quiso establecer una cronología de los obispos de Vienne, pero resultó carente de valor histórico-, ha colocado a Florencio bajo el imperio de «Gordiano, Filipo, Decio, Gallo y Volusiano», tal como explica el libro episcopal de Leodegario; y lo hace también morir mártir en el exilio. Estas leyendas habían sido recogidas en el Martirologio Romano, que hasta su edición renovada en 2001 decía: «Viennae, in Gallia, sancti Florentii Episcopi, qui, tempore Gallieni Imperatoris, in exsilium relegatus, illic martyrium consummavit» (En Vienne, en la Galia, san Florencio obispo, quien, en tiempos de Galieno emperador [no Gallo], enviado al exilio, consumó allí su martirio). El Martirologio Romano actual ha retenido la inscripción del santo, pero ha dejado sólo el dato que puede ser históricamente accesible: su participación en el sínodo de Valence, cien años más tarde que el imperio de Galieno.
Basado en un artículo de Jean Marilier en Enciclopedia dei Santi. Acta Sanctorum, enero, I, pág 117 trae las distintas variantes de inscripción.