La tradición presenta a Comgan como un príncipe irlandés, una de las muchas flores de santidad nacidas en esta isla, pero cuyo recuerdo sobresale apenas de la niebla de la historia. Sucedió a su padre Kelly en el gobierno de la provincia de Leinster, hasta que fue atacado por los príncipes vecinos. Derrotado y herido en la batalla, sólo pudo escapar a Escocia, llevando en su exilio a su hermana y su sobrino, futuro abad de San Fillian.
Una vez en Lochalsh, frente a la Isla de Skye, Comgan construyó un monasterio, del que se convirtió en abad, donde llevó una vida ejemplar durante varios años por el espíritu de austeridad y penitencia que lo distinguía. Los siete hombres que le habían seguido se convirtieron así en los primeros monjes. A su muerte su sobrino enterró su cuerpo en la isla de Iona, donde dedicó una iglesia a su memoria. Éste fue sólo el primero de muchos otros edificios religiosos que llevan su nombre en toda Escocia, presentando diversas formas: Cowan, Coan y Congan. Incluso los nombres de Kilcongen y Kilchoan podrían relacionarse con el culto del santo abad, aun hoy venerado.
Traducido para ETF de un artículo de Fabio Arduino.