San Régulo y otros obispos fueron expulsados de África a principios del siglo VI. San Régulo y san Cerbonio se establecieron en Populonia (Piombino de Toscana) y, poco después, este último fue elegido obispo de la ciudad. San Gregorio dice en sus «Diálogos» (lib. III, c. 11) que Totila, rey de los invasores ostrogodos, condenó a san Cerbonio a enfrentarse con un oso por haber dado asilo a unos soldados romanos; pero la fiera, en vez de hacerle daño, le lamió mansamente los pies y entonces Totila puso en libertad al santo. Los lombardos le desterraron más tarde a Elba, donde murió treinta años después. Su cuerpo fue trasladado a Populonia, donde se le venera como patrón de la diócesis de Massa Marítima.
La biografía del santo, muy posterior e indigna de crédito, afirma que el papa San Vigilio le mandó llamar para reprenderle por su terquedad en celebrar la misa del domingo a hora tan temprana, que las gentes no podían asistir a ella. Pero, en vista de los numerosos milagros realizados por san Cerbonio durante el viaje a Roma, el Papa y todo el clero de la ciudad salieron a recibirle en triunfo y le restituyeron honrosamente a su sede. La fiesta de san Cerbonio de Populonia reviste particular solemnidad entre los canónigos regulares de Letrán, porque el santo vivía en común con su clero.
Existen dos recensiones de la vida legendaria de san Cerbonio: una de ellas se halla en Acta Sanctorum, oct., vol. V; la otra en Ughelli, Italia sacra, vol. III, pp. 703-709. El santo obispo Régulo mencionado en la hagiografía no entró al nuevo Martirologio Romano.