San Brendano es uno de los más conocidos entre los santos irlandeses. Pero hay que reconocer que su popularidad, más que a la tradición de su santidad, se debe al relato de sus viajes, conocido con el nombre de "Navigatio", que es claramente una obra de imaginación. Existen varios textos latinos e irlandeses de la vida de san Brendano; pero, aun suprimiendo los datos tomados de la «Navigatio», que han sido incorporados a algunos textos, el relato no produce una gran impresión de veracidad. Los antiguos bolandistas que, como todos los historiadores de su generación, eran más bien indulgentes en su actitud respecto de las narraciones extraordinarias, no se atrevieron a publicar en Acta Sanctorum la biografía completa del santo, que calificaron de «fabulosa». Sin embargo, no se puede dudar de que san Brendano haya existido realmente y haya ejercido gran influencia sobre sus contemporáneos, en el siglo VI. Probablemente nació cerca de Tralee, en la costa occidental de Irlanda. Su padre se llamaba Findlugh. De niño estuvo cinco años al cuidado de santa Ita; más tarde, se encargó de su educación el obispo Ere, quien le había bautizado y que habría de conferirle, un día, las órdenes sagradas. Se cuenta que Brendano fue a visitar, entre otros hombres de Dios, a san Jarlath de Tuam para pedirle consejo e inspirarse en su ejemplo.
Resulta imposible ordenar cronológicamente los acontecimientos de la vida del santo. Sin embargo, parece que, poco después de su ordenación sacerdotal, Brendano tomó el hábito de monje y fundó un monasterio con algunos discípulos. Sus biógrafos no se preocupan de explicarnos por qué abandonó a sus primeros discípulos y partió, con otros sesenta compañeros, al mando de una flotilla de canoas de cuero, a explorar las Islas de los Santos. Unos autores hablan de un viaje y otros de dos. Según se dice, el primer viaje duró de cinco a siete años, durante los cuales los marinos llevaban en las barcas una vida conventual. Aunque es ridículo suponer, como lo han hecho algunos ardientes defensores de la leyenda, que san Brendano fue hasta las Canarias y aun llegó a la costa noroeste de Groenlandia, el historiador J. F. Kenny, cuya autoridad es bien conocida, afirma: «Se puede suponer sin exageración que Brendano llegó a las islas de Escocia y tal vez a Strathclyde, Cumbria o Gales». En todo caso, Adamnán, que escribió algo más de un siglo después de la muerte de san Brendano, dice que visitó a san Columbano en la islita de Himba de Argyll; pero no se ha podido identificar esa isla y, la biografía más antigua de san Brendano no dice una sola palabra sobre esa visita. Los biógrafos posteriores hablan extensamente de la visita que san Brendano hizo a san Gildas en la Bretaña y de las maravillas que acontecieron entonces.
El acontecimiento más verosímil en la vida de San Brendano es la fundación del monasterio de Clonfert, el año 599 (?) . Sus biógrafos dicen que durante el gobierno del santo, la comunidad llegó a constar de tres mil monjes y que un ángel le dictó las reglas que escribió. Ignoramos el contenido de dichas reglas, pero los biógrafos nos dicen que los abades sucesores de san Brendano las habían mantenido en vigor «hasta el día de hoy». No hay razón para negarse a aceptar el dato de que el santo no murió en Clonfert, sino que Dios le llamó a Sí cuando se hallaba de visita en el convento de Enach Duin, del que su hermana Briga era abadesa. Después de celebrar el santo sacrificio, san Brendano dijo: «Encomendad mi viaje en vuestras oraciones». Briga le preguntó: «¿Qué es lo que temes?» Brendano replicó: «Como voy a partir solo y el camino es oscuro, temo las regiones desconocidas, la presencia del Rey y la sentencia del Juez». Previendo que el pueblo querría conservar sus restos, san Brendano ordenó que no se diese la noticia de su muerte y que sus restos fuesen transportados a Clonfert en una carreta, como si fuese su propio equipaje que él enviaba por delante. La fiesta del santo se celebra en toda Irlanda.
Es muy extensa la bibliografía sobre san Brendano y particularmente sobre la Navigatio, que fue traducida en la Edad Media a casi todos los idiomas europeos y tiene ciertos puntos de contacto con las sagas árabes. Véase J. F. Kenney, Sources for the Early History of Ireland, I, pp. 408-412; Nutt y Meyer, The Voyage of Bran (1897); Seliirmer, Zur Brendanus Legende (1888); y L. Gougand, Les Saints irlandais hors d'Irlande (1936), pp. 6-15. La obrita ilustrada de J. Wilkie, S. Brendan the Voyager and his Mystic Quest (1916), es muy agradable. Brendan the Navigator (1945), de G. A. Little, es interesante por los conocimientos marítimos del autor, pero resulta floja desde el punto de vista de crítica histórica. N de R: he reducido la muy extensa bibliografía a textos que puedan interesar especialmente por su rareza.
Imagen: Portada de la edición alemana de la «Navigatio fabulosa sancti Brendani ad terram repromissionis», hacia 1460.