Se profesa una gran veneración a san Besarión en el Oriente, donde su nombre, con algunas variantes, se impone a menudo en la pila bautismal; por ejemplo, el padre de José Stalin se llamaba Vissarion. Nuestro santo era natural de Egipto y, en cuanto se sintió llamado a seguir el camino de la perfección, se fue a vivir al desierto. Primero fue discípulo de san Antonio y después de san Macario. Se dice que no vivía bajo techo, sino que pasaba el tiempo en marcha de un sitio a otro para quedarse a descansar donde le sorprendía el cansancio; observaba un estricto silencio y mortificaba su carne con ayunos y penitencias; se afirma que, en una ocasión, resistió los cuarenta días de la Cuaresma de pie sobre una zarzas y sin probar bocado. Su caridad hacia todos los que se acercaban a él en busca de consuelo, le condujo tan cerca de la perfección, que el cielo le dotó con el poder de obrar milagros, como el de hacer potable el agua salada y provocar la lluvia en tiempos de sequía, caminar sobre las aguas del Nilo y vencer a los demonios. Lo mismo que otros muchos padres del desierto, San Besarion vivió hasta una edad muy avanzada. Sus admiradores le compararon con Moisés, Josué, Elías y san Juan Bautista.
Los datos que hemos dado se tomaron de un panegírico sobre el santo de su nombre, escrito por el gran cardenal Besarión. Ese mismo texto fue impreso, con una introducción, por Peter Joannou en Analecta Bollandiana, vol. LXV (1947), pp. 107-138. El cardenal tomó sus datos de los Sinaxarios griegos. Véase el Acta Sanctorum, junio, vol. III.