El cuerpo de este santo monje reposa hoy en la iglesia benedictina de Santa Escolástica de Subiaco, en una urna de plomo, luego de su último traslado en 1854. Sin embargo, antes de esto, estuvo en distintas ubicaciones, entre ellas en el monasterio benedictino de San Benigno de Genova, a donde había sido llevado en 1233, y respecto de lo cual se cuenta una curiosa anécdota: el P. Daniel Pappebrochio, SJ, uno de los bolandistas responsable de la noticia sobre este santo en Acta Sanctorum, dice que fue él personalmente al monasterio, pero se encontró con que los ingenuos monjes estaban completamente convencidos de que quien estaba enterrado allí no era otro que san Beda el Venerable, cuyo cuerpo habría sido trasladado desde Inglaterra hasta Italia... y allí hacían unas interpretacioens de manuscritos para sostener esta piadosa creencia. Luego de mucho batallar y mostrarles con pruebas de que no era así, sino que se trataba de un santo tocayo -también inglés- del gran Beda, los monjes terminaron aceptando la realidad del asunto.
Rebuscando entre manuscritos antiguos se encontró la «Vita S. Bedae» que los bolandistas reproducen. Es un documento interpolado y de escaso valor, muy tardío (del siglo XIV o XV), que narra fundamentalmente los traslados de las reliquias, que fueron a parar del monasterio de Santa María de Gavello, de donde Beda era monje, al este de Italia, a San Benigno de Génova, en el otro extremo. Sobre la vida del santo no sabemos en realidad más que lo que recoge el elogio del Martirologio Romano: que antes de ser monje fue funcionario en la corte de Carlomagno, y se retiró luego del mundo. Sin embargo, brilló por su especial don de milagros, tanto en vida como en su tumba, que fue muy venerada.
En 1906 la comunidad benedictina de Gavello obtuvo de la de Subiaco el retorno de algunas reliquias, y el culto local logró nuevo vigor, celebrándose desde 1907 la fiesta el tercer domingo de Adviento, fecha de ese traslado de reliquias. El Martirologio lo inscribe el 10 de abril, que es la fecha de muerte según la mencionada «Vita».
Ver Acta Sanctorum, abril I, pág. 866ss; y en la revista on-line «Ventaglio Novanta», el artículo «Gavello e San Beda “il giovane”», de Aldo Rondina, con los detalles de la historia de las reliquias posterior a la edición de Acta Sanctorum. El primer capítulo de «Santi (e quasi) del Polesine», de Pier Luigi Bagatin, Ed. Antilia, 2008, está dedicado al santo monje.