La vida de san Atenodoro está indisolublemente ligada a la de su hermano mayor, san Gregorio «el taumaturgo». Juntos parten de su ciudad natal, Neocesarea del Ponto, por invitación de su hermana, a Palestina, a complementar sus estudios de leyes, pero conocen allí a Orígenes, y quedan inmediatamente cautivados por el gran maestro cristiano. A Gregorio debemos el conocido e importantísimo panegírico de Orígenes, que tanto sirve al conocimiento de la catequesis de aquellos tiempos, que pronunció al dejar la escuela para volver a su patria. De Atenodoro, en cambio, apenas sabemos lo que dice Eusebio en su Historia Eclesiástica, y que reproduce el elogio del Martirologio Romano, que fue «tan aventajado en las letras divinas, que, pese a su juventud, se le consideró digno de ejercer el ministerio episcopal.»
Permaneció con Orígenes, junto con Gregorio, cinco años, y al parecer, a la muerte de su hermano en el 270, le sucedió en el episcopado de la misma sede del Ponto; aunque debe aclararse que Eusebio los menciona, las tres veces que lo hace, juntos, y no distingue los dos turnos de episcopado. No se han conservado obras escritas de Atenodoro.
Ver Quasten, Patrología, tomo I, la nota dedicada a Gregorio, y Eusebio, Hist. Ecl. VI,30 principalmente, y VII,14 y 28,1. CFR. la nota dobre Gregorio en este mismo santoral.