Se ha dicho que este obispo franco era originario de Escocia o de Irlanda; pero lo más probable es que haya nacido en Aquitania, de donde partió a vivir como ermitaño en Alsacia. Un día que un hijo del rey Dagoberto se hallaba cazando en el bosque, un jabalí se echó sobre él y le mató; pero el joven resucitó gracias a las oraciones de Arbogasto. El rey Dagoberto nombró entonces a Arbogasto obispo de Estrasburgo, por más que otros relatos afirman que la resurrección del príncipe tuvo lugar cuando Arbogasto ya era obispo. El santo se consagró a la construcción de iglesias y a gobernar su diócesis con humildad apostólica, al grado de que pidió que se le sepultase en la colina en que se enterraba a los malhechores. Así se hizo; pero se construyó una iglesia sobre la tumba del santo.
Los historiadores tienen serias dudas sobre la vida de san Arbogasto, pues los relatos que se conservan son muy confusos. En Acta Sanctorum, julio, vol. V, hay una biografía del santo, que se atribuye a uno de sus sucesores, Uto III; aunque es una biografía tardía y legendaria, parece que tiene por base una tradición histórica. Véase R. Forrer, Strasbourg-Argentorate, vol. II (1927), pp. 748 ss.; y M. Barth, Der h. Abrogast (1940).