Juan nació en 1123, probablemente en Almanza, en León, España. Fue un joven estudioso y, a la edad de trece años, viajó a Francia con un compañero, en busca de las facilidades para su educación que no podía encontrar en su ciudad natal ni en los alrededores. Los dos jóvenes se establecieron en Arlés, donde encontraron excelentes maestros y pasaron grandes miserias. Sin embargo, no pasó mucho tiempo sin que Juan quedase favorecido por la amistad de un hombre rico que, incluso, lo llevó a vivir en su casa. Al terminar los estudios, Juan se despidió de su generoso amigo y se unió a un ermitaño, con quien estuvo dos años y medio en el aprendizaje para el ejercicio de la vida espiritual. Después consiguió ser recibido en el priorato de los cartujos de Montrieu, o Mons Rivi, y, desde el momento en que ingresó al noviciado, se dedicó con entusiasmo a seguir los pasos de san Bruno. Durante seis años desempeñó el cargo de sacristán y, poco después, se le eligió como prior. Con la autoridad de su puesto, dio gran impulso a la cultura en su convento y él mismo se dedicó a copiar y a corregir manuscritos.
Al término del priorato, al que renució, según se tiene entendido, fue transferido a la Gran Cartuja. San Antelmo, por entonces superior del gran monasterio, tuvo una profunda estimación por Juan. Cuando Haimo de Fulciano pidió el envío de algunos cartujos para hacer una fundación en uno de sus terrenos, cerca del lago de Ginebra, san Antelmo eligió a Juan para que fuese el prior del nuevo establecimiento. Hubo muchos contratiempos pura que empezara a funcionar, pero una vez establecido, floreció extraordinariamente; el prior Juan llamó a su monasterio el «Reposoir» (descanso), por el ambiente de tranquilidad que prevalecía en él. A solicitud de san Antelmo, realizó Juan todavía otra tarea: la recopilación de una constitución para las monjas cartujas.
Luego de gobernar la comunidad del Reposoir durante nueve años, el beato Juan murió, hacia el 1160. Por expreso deseo suyo fue sepultado junto a dos pastores que perecieron durante un alud de nieve y a quienes él mismo había enterrado. Sobre su tumba se erigió una capilla, pero en 1649 se trasladaron sus restos a la sacristía de la iglesia del monasterio. Esta traslación se practicó por orden de Carlos Augusto de Sales, obispo de Ginebra y sobrino de san Francisco de Sales; el propio obispo redactó la orden de traslación y le agregó un relato sobre la manera como se desarrolló el acto, así como una breve narración sobre la vida de Juan. Ese escrito se conserva todavía. El culto al Beato Juan fue confirmado en 1864.
Hay una biografía muy simple y directa que, sin embargo, contiene muy pocos detalles; al parecer, el escrito fue hecho en la Cartuja donde murió el beato. Este se encuentra impreso, tanto en el Acta Sanctorum, junio, vol. VII, como en los Anales Ordinis Cartuciensis, de Dom Le Couteulx, vol. II, pp. 199-212.