El P. Arsenio Migliavacca, bautizado con el nombre de José Antonio, nació en Trigolo, Cremona (Italia), el 13 de junio de 1849, de una familia profundamente cristiana. A los 13 años ingresó al seminaio de Cremona y fue ordenado sacerdote en 1874.
Después de dos años de servicio apostólico entró en al Compañía de Jesús. Encargado del ministerio de predicador y confesor, desarrolló con incansable generosidad este servicio, y fue estimado por muchos como hombre de Dios, sabio y misericordioso.
Pocos años después, sin embargo, le llegó la prueba: acusado de "imprudencia", se vio forzado a pedir la dimisión de la Compañía.
El misterioso designio divino llevó a P. José a Turín, donde el Arzobispo, Mons. David Riccardi, le pidió que asumiera la responsabilidad y la formacióm de un grupo de jóvenes mujeres, núcleo de una incipiente familia religiosa, que se ocupaban de los huérfanos.
Don José adaptó las reglas ignacianas para el nuevo instituto, resultando así fundador de las Hermanas de María Santísima Consoladora (1893). Guió la Congregación por diez años, y después sobrevino de nuevo la prueba, más dura y humillante aun, con falsas e infames acusaciones. El Card. Andrés Ferrari ayudó a don José y le aconsejó que entrase con los Padres Capuchinos (1902). Comenzó el noviciado, y tomó el nombre de Arsenio María de Trigolo. Después de la profesión se trasladó a Bérgamo, donde continuó dedicándose a la predicación y a la confesión, y se ocupó de la formación de varios grupos de terciarios franciscanos.
Conservó y mostró siempre una gran serenidad, ocultando en el silencio todo el bien realizado durante su vida.
Murió en Bérgamo, el 10 de diciembre de 1909, conocido por muchos y respetado como sacerdote celoso, humilde y sabio, simple y generoso.