Jaime Pellicer Muñoz nació en Bellreguart, en la provincia de Valencia, el 10 de abril de 1914 en el seno de una familia muy cristiana. Tras estudiar en la escuela nacional ingresó en el seminario menor franciscano de Benisa (Alicante), donde estudió el bachillerato. A los 16 años, el 25 de agosto de 1930, tomó el hábito franciscano en el convento del Santo Espíritu del Monte, en Gilet, tomando el nombre de fray Alfredo. Estaba haciendo el noviciado cuando se proclamó la República, con los consiguientes problemas para la Iglesia, y los franciscanos decidieron en mayo suspender el noviciado y enviar a los novicios a sus casas, pero un mes más tarde se reanudaba en dos diferentes sitios. El joven fray Alfredo lo hizo en Pego (Alicante). Allí hizo la primera profesión religiosa el 27 de septiembre de 1931. Se fue luego a Onteniente y estudió filosofía y un curso de teología, haciendo la profesión solemne el 5 de julio de 1936. De carácter alegre y abierto, religioso humilde y caritativo, todos esperaban de él que fuera un buen sacerdote.
Llegada la revolución de 1936, los religiosos de Onteniente fueron obligados a dejar el convento y fray Alfredo se marchó a su pueblo con su familia. Aquí estuvo con serenidad y buen ánimo, previendo y aceptando el posible martirio, y negándose a abandonar su vocación franciscana. El 4 de octubre, día de san Francisco, estaban todos sus familiares reunidos para comer, cuando llegaron los milicianos, que entraron preguntando quién era el fraile. Antes de que sus hermanos pudieran intentar defenderlo, él se presentó y se identificó. Consoló a su familia y se fue con los milicianos, que lo llevaron a La Pedrera de Gandía y lo fusilaron. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.