Juana María de Maillé nació el 14 de abril de 1331 en el castillo de La Roche, en la diócesis de Tours. Tuvo una primera visión de la Virgen María y del Niño Jesús en 1342 y se consagró a honrar la Pasión de Cristo. Recibió la primera educación religiosa de un padre franciscano, confesor de la familia; él le enseñó el amor ardiente a Cristo muerto por la salvación de la humanidad, a nuestra Señora, Madre de Dios y Madre de los hombres, y al Seráfico Pobrecillo San Francisco. Ella se empeñó en imitar sus virtudes, especialmente el amor a la pobreza, a la humildad y a la oración, y se hizo hija suya militando entre los hermanos y las hermanas de la Penitencia de la Tercera Orden Franciscana.
Cuando la joven creció su padre había muerto, y su tutor, el abuelo paterno, decidió en 1347 casarla con Roberto de Silly, un noble vecino. Sin embargo los dos jóvenes esposos, que se conocían desde niños, no pudiendo evitar cumplir con lo pactado por sus familias, decidieron de común acuerdo conservar la virginidad y se dedicaron a socorrer a los desventurados durante la gran epidemia de peste negra en los años 1346-1353; adoptaron como hijos a tres huérfanos. Roberto, capturado por los ingleses y rescatado a precio de su fortuna, murió en 1362.
Juana María, como en otro tiempo santa Isabel de Hungría, fue expulsada brutalmente por la familia de Silly, quienes le reprochaban a Juana haber empobrecido a su marido con las limosnas que daba. Ella perdonó generosamente a cuantos le habían procurado tanto dolor y bendijo a Dios en el momento de la prueba. Se retiró a Tours para dedicarse a la oración y a las buenas obras. Hizo voto de perpetua castidad en las manos del arzobispo de Tours y entró en el hospicio de los enfermos, decidida a llevar una vida sacrificada por el bien de los hermanos pobres, enfermos y necesitados, como hacían los primeros terciarios franciscanos. Perseguida por la malevolencia de los que la rodeaban, se retiró al eremitorio de Planche de Vaux, donde llevó vida contemplativa.
Una vez que rezaba en una iglesia una loca le tiró una piedra en la cabeza, y los cirujanos no pudieron cerrarle la herida, pero milagrosamente se le curó, aunque llevó de por vida la marca. Obligada por las condiciones de salud a regresar a Tours en 1386, se fue a vivir junto al convento de los Cordígeros, nombre popular de los Franciscanos, y se puso bajo la dirección del padre Martín de Bois Gaultier. Su celo la llevó varias veces a la corte de Carlos VI, el rey loco, ya a Tours, ya a París, para intentar que corrigiera sus costumbres. Fue favorecida con carismas místicos, era consultada en todas partes y admirada por sus penitencias y por su santidad.
Murió el 28 de marzo de 1414, a los 82 años. Su cuerpo fue sepultado con la túnica de las Clarisas. Se conservan las actas del proceso informativo acerca de sus virtudes y milagros, abierto en 1414 con vistas a la canonización, aunque nunca se llegó a concluir. Su culto fue confirmado por SS. Pío IX el 27 de abril de 1871. Su memoria se celebra a veces el 6 de noviembre, aniversario de una traslación de reliquias.
Noticia de «Franciscanos para cada día», de Fr. G. Ferrini O.F.M., cotejada y mejorada con la biografía en inglés de «Butler's Lives of Saints» de Thurston, ed. 1990. Acta de confirmación de culto en Actae Sanctae Sedis 6, 1871, pág 365. Ver Acta Sanctorum, marzo III, pág 735ss; y Leon, Aureole Seraphique, vol. II; también la vida de la beata por A. de Crisenoy (1948). La autoría de este artículo se refiere a la combinación de fuentes.