Sulmona de los Abruzos, donde nació Ovidio, fue cuna también de la beata Gema, tan diferente del poeta. La santa reclusa no nació en la ciudad de Sulmona, pero sí en la diócesis. Según algunas tradiciones, habría nacido en un pueblo montañés, San Sebastián de Bisegna y trasladado a la muerte de sus padres a Goriano Sicoli; según otros, vivió y murió en su pueblo natal, que sería Goriano Sicoli, donde se veneran todavía sus reliquias en la iglesia de San Juan (posteriormente intitulada con el nombre de la beata). Los días 11 de mayo los pobladores de San Sebastián de Bisegna hacen una peregrinación a Goriano Sicoli (unos 25 km), reproduciendo el traslado de la beata, pero no parece haber más fundamento que ése a la cuestión de su origen en el pueblecito mencionado.
Los padres de Gema, que eran campesinos, fomentaron la precoz piedad de la niña a la que encargaron de cuidar los ovejas. En esa tranquila ocupación, Gema pudo consagrarse libremente a la oración y a la contemplación. Según cuenta la tradición, cuando Gema tenía doce años, un conde de la localidad, llamado Roberto de Celano, se prendó de ella y envió a sus servidores a raptarla; pero Dios puso tal sabiduría en las palabras con que la niña respondió a los requerimientos del Conde, que éste se arrepintió de su fechoría y le construyó una ermita.
No sabemos qué fundamento histórico tiene esta leyenda; pero lo cierto es que Gema vivió santamente durante cuarenta y dos años en una celda contigua a la iglesia, dedicándose al estudio de la Biblia y el consejo espiritual a quienes se le acercaban. Sus lugares familiares fueron, a su muerte, ocasión de muchos milagros, que se registraban en la iglesia parroquial, por lo que el culto fue consolidándose. Fue finalmente aprobado en 1890. Es la patrona de Goriano, y sus fiestas se extienden por tres días, del 11 al 13 de mayo.
En Acta Sanctorum, mayo, vol. III, hay un corto artículo sobre la beata. El decreto de aprobación del culto se halla en Acta Sanctae Sedis, vol. XXIII (1890), p. 48. Esta noticia está basada en Butler, vol II, pág. 276, de donde tomo párrafos enteros, pero he corregido algunos datos y ampliado otros con Santi e Beati.