243. LA DICHA DE AMAR Sí, triste fui, caminaba sin luz, casi sin esperanza, hoy sentí el amor de verdad, soy feliz. Fue sin querer, yo ya no olvidaré ese hermoso verano en que vi que tendías tu mano hacia mí. Hoy sonreímos juntos; la dicha de querernos. Siempre que caído tu estés, mi mano tendrás, te levantarás y podremos seguir nuestro andar. Debemos ser, tú y yo, para Dios, dándonos a los otros. Mira bien, a nuestro alrededor está El. Seguro habrá una mano febril que busca temblorosa, álzala y brindémosle, ya, amistad.