Jesucristo es el Pan de la Vida que conforta al hombre en su historia. /Proclamemos al mundo sin miedo: quien comparte, reparte y le sobra./ (bis) La montaña se colma de gente, cinco mil a Jesús lo seguían, El reparte unos panes y peces que un muchacho, gustoso, ofrecía. Le dio gracias al Padre del cielo, y después que ya todos comieron, les pidió que recojan las sobras: doce cestos repletos trajeron. Sólo el Padre del Pan verdadero, que da vida y sentido a este mundo. Pan de Dios que se torna fecundo, es el Pan que desciende del cielo. “Danos siempre este pan” le pidieron, “yo soy Pan y he bajado del cielo, a colmar al hambriento que cree, y saciar para siempre su anhelo”. Esta Cena que es Mesa de vida, puede ser también de condena: cuando unos padecen el hambre y otros solos aparte se llenan. No desprecien, hermanos, la Iglesia, no dividan así la Asamblea: quien comulga con este pecado, es al mismo Jesús que desprecia.