La tradición sobre ellos es antigua y firme, aunque lamentablemente se ha entretejido con unas actas legendarias que hacen hoy difícil establecer los hechos en detalle. Estas actas cuentan que Papías y Mauro eran soldados paganos, que se convirtieron en presencia del testimonio de los mártires Saturnino y Sisinio, y se pusieron a gritar "Verdadero Dios es el Señor Jesucristo"; fueron apresados, luego bautizados por el papa san Marcelo, y finalmente dieron su testimonio cruento de la fe (del que las supuestas actas dan, naturalmente, todos los detalles).
Es difícil establecer a qué persecución pertenecieron, ya que el nombre del prefecto no está atestiguado, ni las referencias a Saturnino (del siglo III) y Marcelo (del siglo IV) son coherentes; pero lo más probable es que hayan muerto en la persecución de Decio, a mediados del siglo III. Sus reliquias fueron trasladadas por el papa san Sergio, en el siglo VII, a la iglesia de los Santos Silvestre y Martino en el Monte, en el 835 una parte de esas reliquias fueron a Fulda, en Alemania, donde también son trasladadas más tarde, y una parte va a Bélgica; mientras que lo que quedó en Roma fue traladado en 1590 a la iglesia de Santa María y San Gregorio en Vallicella (la actual Chiesa Nuova en Corso Vittorio Emanuele II).
Ver Acta Sanctorum, enero II, pág. 948-950. En el cuadro, Santos Papías y Maruo escoltando a san Gregorio Magno, en la iglesia de Santa María en Vallicella, cuadro de primera etapa de Rubens, 1604.