El 16 de julio de 1900 en el pueblo chino de Lujiapo los boxers martirizaron a una mujer y a su hijo de siete años, Lang Yangzhi y Pablo Lang Fu, respectivamente. Ella había nacido en la religión pagana y se había casado con un cristiano, cuya fe le atrajo, y al cabo de varios años de matrimonio se inscribió como catecúmena para prepararse a la gracia del bautismo. Su hijo había nacido en 1893, había recibido en el bautismo el nombre de Pablo y estaba siendo educado cristianamente. Ella estaba muy feliz de ser catecúmena y ajustaba su conducta a los preceptos del evangelio.
Cuando aquel día los boxers llegaron al pueblo, el marido pudo esconderse y ponerse a salvo, pero, indicada su casa como casa de un cristiano, los boxers la arrestaron y exigieron que dijera que no era cristiana. Pero la joven dijo que lo era y entonces la ataron en un árbol de la calle frente a su propia casa. Los vecinos intercedieron por ella en vano. Llegó su hijo Pablo y lo ataron al mismo árbol que la madre. Ella lo animó a sufrir por Cristo y le recordó el premio de gloria que esperaba a los que perseveran. Los boxers incendiaron la casa y, cuando el fuego estaba en su apogeo, mataron a los dos con sus lanzas y arrojaron los cuerpos en el fuego.
Pasada la persecución, el marido halló los cuerpos de ambos entre las cenizas de la casa y les dio sepultura. Fueron canonizados por el papa Juan Pablo II el 1 de octubre de 2000.