San Ambrosio, en una carta dirigida a su hermana Marcelina, relata las circunstancias en que fueron encontradas las reliquias de los santos Gervasio y Protasio, quienes, desde aquel entonces hasta nuestros días, han sido venerados como los primeros mártires de Milán. San Ambrosio cuenta que, terminada la construcción de la famosa basílica que lleva su nombre, se preparaba para la ceremonia de la dedicación, cuando se le acercaron algunas gentes del lugar para pedirle que diese mayor solemnidad al acto y repitiese el ceremonial con el que había consagrado en Roma, recientemente, una iglesia dedicada a los Apóstoles; al mismo tiempo, solicitaron que se conservaran en la nueva iglesia de Milán, algunas reliquias de santos. «Así lo haré -repuso San Ambrosio-, si es que puedo encontrar esas reliquias». Con el propósito de cumplir con su promesa (San Agustín dice que actuó de acuerdo con las informaciones que había recibido durante una visión), ordenó que se procediera a excavar en el sector de la iglesia y cementerio de santos Nabor y Félix. No tardaron en ser descubiertos los restos de dos hombres muy altos que habían sido enterrados uno junto al otro. Las cabezas estaban separadas de la columna vertebral, pero el resto de los esqueletos se halló completo. Aquellas osamentas se identificaron como los restos de los santos Gervasio y Protasio, de quienes no se recordaba nada más que sus nombres y una vaga tradición de su martirio. Las reliquias fueron trasportadas en literas a la basílica de Fausto, a donde acudió a venerarlas una gran multitud y de ahí se trasladaron a la basílica Ambrosiana, entre las aclamaciones regocijadas de la población de Milán. Las noticias que se propalaron respecto a numerosos milagros que tuvieron lugar durante la traslación de las reliquias, se consideraron como testimonios sobre la autenticidad de las mismas. Por aquel entonces se hallaban en Milán, junto a San Ambrosio, su secretario Paulino y San Agustín, y los tres mencionan en particular, el caso de un carnicero llamado Severo que estaba ciego y recuperó la vista al tocar la orla del manto con que iban cubiertos los restos de los santos mártires. El carnicero, agradecido, hizo el voto de entregarse, durante el resto de su vida, al servicio de la iglesia donde se conservaban las reliquias y ahí se encontraba todavía en 411, cuando Paulino se dedicaba a escribir la biografía de San Ambrosio.
No se puede dar crédito a las llamadas «actas» de estos dos santos, ya que están fundadas en una carta que, si bien pretende haber pertenecido a san Ambrosio, está universalmente considerada como espuria. Las «actas» dicen que Gervasio y Protasio eran gemelos, hijos de los mártires Vitalis y Valeria; sufrieron el martirio cuando estaba a punto de terminar la persecución de Nerón, diez años después de la muerte de sus padres. Se afirma que para matar a Gervasio, los verdugos utilizaron látigos armados con puntas de hierro; a Protasio, lo decapitaron. Estos dos mártires han sido objeto de muchas discusiones por parte de los historiadores. El Dr. J. Rendel Harris hizo el atrevido intento de identificarlos con los dioses paganos Castor y Polux, en tanto que otros estudiosos, se han contentado con negar su existencia. Sin embargo, la mayoría de los hagiógrafos modernos los consideran como auténticos mártires que perecieron durante el reinado del emperador Antonino, o en época anterior, y cuya historia se desconoce.
Por expreso deseo de san Ambrosio, sus restos mortales fueron sepultados junto a los de Gervasio y Protasio y, uno de sus sucesores en la sede de Milán, Angilberto II, hizo tallar un suntuoso sarcófago de pórfido para los tres cadáveres, en el siglo noveno. Hubo una época en que, a raíz de la desaparición de los restos, se supuso que el emperador Federico Barbarroja se los había llevado para distribuirlos en numerosas iglesias de Francia y Alemania, pero llegó a comprobarse que esa idea era falsa. En la actualidad, descansan en paz bajo el altar mayor de la basílica de San Ambrosio, en el mismo sitio donde fueron descubiertos en 1864. En aquel entonces se construyó una cripta para que los devotos pudiesen llegar hasta el sitio en que se ven los restos a través de un muro de cristal. Desde fechas muy antiguas, casi todos los calendarios y martirologios contienen la nota que conmemora a los santos Gervasio y Protasio en este día, 19 de junio.
Los párrafos más importante en los escritos de San Ambrosio, San Agustín, Paulino, etc., con referencias a estos santos, se encuentran en el Acta Sanctorum, junio, vol. IV, así como la supuesta carta de san Ambrosio en que se relata su historia. Para la cuestión del descubrimiento de los restos por parte de san Ambrosio, véase a F. Savio, Gli Antichi Vescovi d'ltalia, Milano, pp. 788-810; a F. Lanzoni, Diócesi d'Italia, vol. II, pp. 1000-1007; y CMH., pp. 325-326. Hay cierta dificultad para hacer coincidir las declaraciones de san Ambrosio y san Agustín respecto a la fecha y el día de la semana en que fueron descubiertos y trasladados los restos de los mártires; para este asunto, véase a Delehaye en Analecta Bollandiana, vol. XLIX (1931), pp. 30-34.
Cuadro: Philippe de Champaigne, «Los santos Gervasio y Protasio aparecen a san Ambrosio», 1658, óleo sobre tela, 360 x 678 cm, Musée du Louvre, París.