No es habitual que podamos contar con hagiografías largas y detalladas de los mártires ingleses, pero se da la circunstancia de que, aunque utilizamos la edición 1964 del Butler, muy corregida y adaptada en España, estos mártires contaban con una extensa investigación original, que no se perdió en la adaptación. Puesto que han sido canonizados después de la edición, copiamos corrigiendo los datos que correspondían. Se dan los tres relatos por separado, aunque, naturalmente, tienen relación entre sí; desde aquí mismo puede irse a la de Sherwin y a la de Briant. Las reproducciones de las vidrieras en color provienen de la exquisita galería de vidrieras de Lawrence OP en Flickr; no se ha podido conseguir una reproducción en color de la de Sherwin.
El padre del santo, que se llamaba también Edmundo Campion, tenía una tienda de libros en Londres. Tanto él como su esposa fueron católicos hasta la época de la reina Isabel. Edmundo nació hacia 1540. Era un muchacho extraordinariamente inteligente. A los quince años, se le otorgó una beca en el Colegio de San Juan de Oxford, que Sir Thomas White acababa de fundar. Dos años más tarde, Edmundo ingresó en la sociedad de alumnos jóvenes. Pronto se ganó la fama de brillante orador y fue escogido para hablar en el entierro Lady Amy Dudley (Robsart), en los funerales de Sir Thomas White y ante la reina Isabel, cuando ésta visitó la Universidad en 1566. Trece años antes, cuando estaba en la escuela gratuita de Londres, había sido elegido para pronunciar el discurso de bienvenida al predecesor de Isabel. El talento y la personalidad del joven le ganaron la buena voluntad y el patrocinio de la reina, de Cecil y de Leicester. A este último dedicó Edmundo su "Historia de Irlanda". Cecil le llamó más tarde "uno de los diamantes de Inglaterra". Edmundo prestó juramento de fidelidad. Aunque la lectura de los Santos Padres quebrantó su fe en el protestantismo, se dejó convencer por el Dr. Cheney, obispo de Gloucester, y recibió el diaconado de la Iglesia anglicana. El Dr. Gregorio Martin, de quien era muy buen amigo, le escribió desde Roma previniéndole contra la ambición. En efecto, Edmundo era extraordinariamente popular ea Oxford y tenía un grupo de discípulos personales, más o menos como el grupo que Newman habría de tener 250 años más tarde. Pero el hecho de haber recibido las órdenes en una Iglesia sobre la que tenía muchas dudas, empezó a inquietar su mente y su conciencia. En 1569, terminó su período de prefecto de jóvenes en la Universidad. Por otra parte, como la sociedad que le había sostenido durante sus estudios se mostraba reticente a causa de sus tendencias papistas, Edmundo partió a Berlín, donde se estaba tratando de resucitar la Universidad. Hallándose ahí, escribió una breve historia del país.
Al salir de Oxford, Campion "estaba lleno de remordimientos de conciencia y angustia de espíritu" por haber aceptado las órdenes anglicanas y no hizo ningún esfuerzo por ocultarlo. Por ello, después de la publicación de la bula de San Pío V contra Isabel, su actitud provocó peligrosas sospechas. En 1571, Campion volvió a Inglaterra disfrazado, asistió al juicio del Beato Juan Storey en Westminster Hall y en seguida se trasladó a Douai. En el camino fue arrestado por no llevar pasaporte, pero consiguió cohechar a los guardias dándoles dinero y dejándoles su equipaje. Una de las primeras cosas que hizo en Douai fue escribir una "carta muy valiente" al Dr. Cheney, quien se sentía inclinado al catolicismo. Campion se licenció en teología y recibió el subdiaconado en Douai. En 1573, se trasladó a Roma e ingresó en la Compañía de Jesús. Como no existía aún la provincia inglesa, fue enviado a la de Bohemia. Hizo su noviciado en Brno y fue a enseñar en el colegio de Bohemia.
En vista del éxito con que los jesuitas trabajaban entre los protestantes en Alemania, Bohemia y Polonia, el Dr. Allen persuadió a Gregorio XIII que enviase a algunos a Inglaterra. A fines de 1579, los PP. Edmundo Campion y Roberto Persons fueron elegidos para inaugurar la nueva misión. La víspera de la salida del P. Campion de Praga, uno de los padres, movido por un impulso irresistible, escribió sobre la puerta del cuarto del santo lo siguiente: "P. Edmundo Campion, Mártir". El P. Campion partió de Roma en la primavera de 1580. San Rodolfo Sherwin describió muy vivamente en una carta a Adolfo Bickley las peripecias del viaje. Cuando llegaron a Ginebra, que era uno de los bastiones del protestantismo, Campion se hizo pasar por un criado irlandés llamado Patrick. Según parece, todos los miembros del grupo se portaron con esa alegría un tanto desbocada que mueve a las gentes serias a imaginar que todos los ingleses están locos. Poco antes de salir de Ginebra, después de haber discutido con Beza, Campion se enfrentó con un ministro protestante y puso al "pobre diablo" en ridículo delante de todos sus correligionarios. Persons partió de Saint-Omer a Inglaterra disfrazado de soldado, como si volviese de los Países Bajos. Campion se hizo pasar por mercader de joyas. Su criado era el hermano coadjutor Rodolfo Emerson.
No todos los católicos recibieron bien a los jesuitas, pues muchos temían que la llegada de los primeros miembros de la "terrible" Compañia de Jesús atrajese sobre ellos nuevos peligros. Los dos jesuitas tuvieron que jurar que "su misión era puramente apostólica, que habían ido simplemente a ocuparse de la religión y a luchar por las almas y que no tenían ni conocimiento ni pretensiones en materias de política." El gobierno se enteró pronto de su llegada, de suerte que los dos jesuitas tuvieron que salir de Londres. Campion trabajó en Berkshire, Oxfordshire y Northamptonshire, donde convirtió a algunos personajes de importancia. En una carta al P. General, decía: "Todos los días recorro una parte de la región. La cosecha es maravillosamente abundante... No podré escapar por mucho tiempo de las manos de los perseguidores... Encuentro mis disfraces perfectamente ridículos; con frecuencia cambio de disfraz y de nombre. Algunas veces he leído cartas en las que se anuncia que Campion ha sido arrestado. Esa noticia provoca tal alboroto en los sitios a los que voy, que no oigo hablar de otra cosa. Este clima de temor en el que vivo ha acabado por curarme del miedo." El P. Campion se entrevistó con el P. Persons en Londres, donde la persecución era especialmente tenaz. En seguida se dirigió a Lancashire, donde predicó casi diariamente con gran éxito. Los espías le seguían muy de cerca y, en varias ocasiones, estuvo a punto de caer en sus manos. Cincuenta años más tarde, aquellos que habían oído sus sermones los recordaban todavía. Por entonces escribió Campion una obra en latín a la que dio por título "Las Diez Razones", porque en ella exponía los argumentos por los que estaba dispuesto a demostrar a los protestantes más eruditos la falsedad de su doctrina. Naturalmente, era muy difícil dar esa obra a la imprenta; sin embargo, a fin de cuentas se imprimió en secreto en la casa de Doña Cecilia Stonor, en Stonor Park, Berkshire. El 27 de junio de 1581, aparecieron sobre las bancas de la iglesia de la Universidad de Oxford ejemplares de dicha obra. Eso, como era de esperarse, provocó un escándalo mayúsculo y los perseguidores redoblaron sus esfuerzos por capturar al autor. Lo consiguieron tres semanas más tarde.
Después de la publicación de "Las Diez Razones", el P. Campion juzgó prudente retirarse a Norfolk. En el camino se detuvo en Lyford, en casa de la señora Yate. El domingo 16 de julio acudieron unas cuarenta personas a oírle predicar durante la misa; una de ellas era espía. En el curso de las doce horas siguientes, la casa fue registrada tres veces. Los perseguidores descubrieron finalmente al P. Campion y a otros dos sacerdotes, ocultos dentro de un nicho que había sobre la gran puerta de entrada. Inmediatamente, fueron conducidos a la Torre de Londres. Los guardias los maniataron a partir de Colnbrook, y colocaron a la espalda del santo un letrero que decía: "Campion el jesuita sedicioso." Después de tres días de tortura, el mártir fue interrogado por los condes de Bedford y Leicester (según algunos, también por la reina), quienes trataron de sobornarlo para que apostatase. Como fallasen ése y otros intentos del mismo género, se le torturó en el potro. Poco después, fueron arrestadas varias personas en cuya casa había estado el P. Campion; aunque el gobierno había averiguado los nombres de aquellos cómplices por otro conducto, difundió la falsa noticia de que el mártir los había denunciado. Antes de que pudiese reponerse de la tortura, se obligó al P. Campion a comparecer cuatro veces ante diversos prelados protestantes; el mártir respondió con agilidad y mucho tino a sus preguntas, objeciones e insultos. Después, fue nuevamente torturado en el potro con tal violencia que, al día siguiente, cuando le preguntaron cómo se sentía, respondió: "No puedo sentirme mal, puesto que ni siquiera siento". Como los perseguidores no encontrasen ningún motivo válido para condenarle, le acusaron falsamente, junto con Rodolfo Sherwin, Tomás Cottam, Lucas Kirby y otros, de haber proyectado en Roma y en Reims una revolución en Inglaterra y de haber vuelto al país para provocarla. El juicio tuvo lugar en Westminster Hall, el 14 de noviembre. Cuando los jueces le ordenaron que jurase decir la verdad, el santo estaba tan débil, que ni siquiera podía mover los brazos; entonces, uno de sus compañeros le besó la mano y le ayudó a levantarla. Campion dirigió su defensa y la de sus compañeros con suma habilidad: protestó de su lealtad a la reina, demolió las acusaciones, demostró la mala fe de los testigos y probó claramente que el verdadero motivo por el que se los juzgaba era la religión. El jurado los declaró culpables, pero no sin haber deliberado antes durante una hora. Después de oír la sentencia de muerte, el santo dirigió la palabra a los jueces: "...Al condenarnos, habéis condenado a todos vuestros antepasados y, para nosotros, el haber sido condenados junto con todos los hombres ilustres -no sólo de Inglaterra, sino del mundo entero- que lo fueron por vosotros, descastados descendientes de aquellos antepasados, es motivo de gozo y de gloria. Dios vive. La posteridad hablará. El juicio de ambos no estará sujeto a la venta como el de los que acaban de condenarnos a muerte".
La hermana de Campion fue a verle con un mensaje de Hopton, en el que se le ofrecía un pingüe beneficio a cambio de la apostasía. También fue a visitarle Eliot, el traidor que le había delatado y dado testimonio contra él, quien temía ahora por su vida. El santo le perdonó generosamente y le dio una carta de recomendación para un noble de Alemania, donde podría vivir en paz. El 1º de diciembre fue un día lluvioso y triste. Campion, Sherwin y Briant fueron conducidos juntos a Tyburn, donde se los ejecutó con el lujo de barbarie acostumbrado. En el cadalso, el P. Campion se negó por última vez a dar su opinión sobre la bula del Papa contra Isabel y oró públicamente por "vuestra reina y mi reina, a la que deseo un largo y próspero reinado". Unas gotas de la sangre de ese hombre "admirable, sutil, preciso y amable" cayeron sobre un joven de la nobleza, llamado Enrique Walpole, que se hallaba presente. Walpole ingresó en la Compañía de Jesús, murió mártir y está canonizado.
Sir William Petre, secretario de Estado de Enrique VIII y de los tres monarcas siguientes e iniciador de los títulos de nobleza de su familia, fundó seis becas en Exeter College de Oxford. El mismo concedió una de ellas, en 1568, a Rodolfo Sherwin, joven gentilhombre de Rodsley, en el Derbyshire. Rodolfo obtuvo el grado de maestro en artes en 1574. Antonio Wood dice que "se le consideraba como un agudo filósofo y un excelente helenista y latinista". Al año siguiente, Rodolfo se reconcilió con la Iglesia e ingresó en el Colegio de Douai, donde recibió la ordenación sacerdotal en 1577. Algunos meses desués, se trasladó al Colegio Inglés de Roma, donde tomó parte muy prominente en las deplorables disensiones entre los estudiantes ingleses y galeses. Él fue uno de los cuatro que pidieron a Gregorio XIII que confiase a los jesuitas la dirección del colegio, como sucedió poco después. El nombre de Rodolfo figura en primer lugar en la lista de los que declararon, después de que los jesuitas tomaron la dirección, que estaban dispuestos a ir en cualquier momento a la misión de Inglaterra. En 1580, partió a su patria en el grupo encabezado por Mons. Goldwell. En Milán pasaron una semana en casa de San Carlos Borromeo, y el P. Sherwin predicó ante él. Desde París escribió a Roma a su amigo Rodolfo Bickley, contándole las aventuras que habían tenido en Ginebra. Terminaba la carta diciendo que se veía obligado a interrumpida porque el P. Paschal "quiere ya ponerse a trabajar en la tarea de afrancesarme". (Es decir que tenía que vestir un traje de laico para disfrazarse, cosa que le disgustaba sobremanera). Las últimas palabras de esa carta son las guientes: "Mi querido Rodolfo, te suplico que, con todo tu fervor, reces una vez el rosario por mí y procura que muchos de mis amigos hagan otro tanto a fin de que, con humildad y constancia, persevere yo hasta el fin y honre al Señor en la vocación a la que me ha llamado a pesar de mi indignidad."
Los misioneros se separaron en Reims. El 1º de agosto, Rodolfo Sherwin se embarcó rumbo a Inglaterra. En noviembre, fue arrestado cuando predicaba en Londres, en la casa de Nicolás Roscarrock, y fue enviado a la prisión Marshalsea. Hablando de su breve apostolado, el P. Persons escribió que había predicado en diversas ciudades y que en ese ministerio "tenía autoridad y gracia especial." Desde la prisión el santo se las arregló para hacer llegar al P. Persons un recado humorístico, en el que hablaba de las "campanas" (cadenas) que llevaba en los tobillos. Un mes más tarde, fue trasladado a la Torre de Londres. El 15 de diciembre, se le torturó brutalmente en el potro para que delatase a otros misioneros y dijese lo que sabía sobre una hipotética invasión a Irlanda. Los verdugos le dejaron tirado sobre la nieve y, al día siguiente volvieron a torturarle. El beato contó a su hermano que, después de la tortura, había pasado cinco días en el calabozo sin comer ni hablar con nadie. "Fue como un sueño ante el Salvador crucificado. Al cabo de ese espacio de tiempo recuperé el sentido, pero no experimenté dolor alguno en las coyunturas, por más que el tormento había sido extremadamente violento." Los perseguidores ofrecieron al P. Rodolfo el gobierno de una sede, si apostataba. Después de más de un año de prisión, fue juzgado con Edmundo Campion y otros más, acusado de haber ido a Inglaterra a provocar una rebelión. El santo hizo notar a sus jueces: "La razón por la que se nos juzga es la religión, no la traición."
En tanto que llegaba el día de la ejecución, Rodolfo escribió a varios amigos y a un tio suyo (que se hallaba en Rouen y había ejercido anteriormente el ministerio sacerdotal en Ingatestone). En esta última carta decía: "La inocencia es mi único consuelo en medio de todas las acusaciones que se nos hacen a mis hermanos en el sacerdocio y a mí... Quiera Dios perdonar tanta injusticia, convertir a nuestros perseguidores y hacer de ellos maestros de la fe... Así pues, mi buen Juan, ¡Adiós!" El 1º de dieciembre de 1581, fue llevado a Tyburn en la misma carreta en que iba Alejandro Briant. Fue ejecutado después de Edmundo Campion. En el cadalso protestó que era inocente de toda traición, profesó la fe católica y oró por la reina. La multitud oraba en voz alta cuando fue ejecutado. Tenía entonces treinta y un años de edad. Fue el protomártir del Colegio Inglés de Roma.
Después de la publicación de las obras de los PP. Campion y Persons, las autoridades inglesas hicieron esfuerzos frenéticos por echarles mano. En el curso de la persecución, arrestaron a varios católicos muy activos, entre los cuales se contaba Alejandro Briant. Era éste un joven sacerdote secular. Había nacido en Somerset, y se distinguió tanto por su apostura como por su celo. Se había reconciliado con la Iglesia en Hart Hall de Oxford y había ingresado después en el seminario de Douai. Al recibir la ordenación sacerdotal, regresó a Inglaterra en 1579. Al principio, ejerció su ministerio en el oeste del país, donde reconcilió con la Iglesia al padre del P. Persons. El 28 de abril de 1581, fue arrestado en Londres, pues se hallaba precisamente en la casa contigua a aquélla en que las autoridades buscaron en vano al P. Persons por orden del Consejo Privado de Su Majestad. Los perseguidores, decididos a arrancar al P. Briant algún informe sobre el P. Persons, le tuvieron casi en ayunas durante seis días en la prisión de Counter y, después, le trasladaron a la Torre de Londres. Para que delatase al P. Persons o se comprometiese a sí mismo, los verdugos le encajaron agujas entre las uñas y la carne. Fue el único mártir de esa época a quien consta que se torturó en esa forma. Como ello no diese resultado, le encerraron durante una semana en una celda helada del sótano de la Torre y después le torturaron durante dos días en el potro, hasta el límite de lo posible. El encargado de manejar el potro, un tal Norton, declaró que el P. Briant había sido "torturado más que cualquier otro". El hecho produjo tal escándalo, que las autoridades se vieron obligadas a encarcelar algunos días a Norton para calmar la opinión pública. El P. Briant oonsiguió escribir desde la Torre una larga carta a los jesuitas de Inglaterra. En ella describe su primer martirio en el potro: al fin de la tortura, "no sentía dolor alguno. Aun puedo decir que, en cierto modo, me sentía consolado y contento por lo que acababa de sufrir. Dios sabe si eso fue un milagro o no, pero es cierto y mi conciencia da testimonio de ello delante de Dios." Según Norton, cuyo testimonio citamos por lo que pueda valer, el san Alejandro sufrió más de lo ordinario después de la tortura. En la misma carta el santo solicitaba la admisión en la Compañía de Jesús y decía que había hecho voto de ingresar en ella si algún día salía de la prisión. Por ello, se le considera como uno de los mártires jesuitas.
El P. Briant fue juzgado en Westminster Hall, junto con el Beato Tomás Ford y otros, al día siguiente del juicio de Campion, Sherwin y Cottam y por "los mismos motivos". El santo se presentó en la sala del tribunal con la tonsura para manifestar que era sacerdote y llevando en la mano una cruz hecha con trozos de un cuchillo de madera, en la cual había dibujado con carbón la figura de Cristo. A pesar de lo que había sufrido, conservaba una actitud de serenidad, inocencia y bondad casi angelicales. Fue ejecutado en Tyburn el 1 de diciembre de 1581, después de los Beatos Edmundo Campion y Rodolfo Sherwin.
La arquidiócesis de Birmingham celebra en este día la fiesta de todos aquellos miembros de la Universidad de Oxford -más de cuarenta-, que fueron martirizados por la fe durante las persecuciones de los siglos XVI y XVII y que han sido beatificados o canonizados. Los tres santos que conmemoramos hoy fueron beatificados por SS Pio XI en 1929 y luego canonizados junto a otros 39 martires de Inglaterra el 25 de octubre de 1970 por SS Pablo VI. Edmundo Campion carece de relación con san Eduardo Campion (Gerald Edwards). En la fecha de hoy, se celebra también el triunfo del Beato Ricardo Ungley, gentilhombre de Ousethorpe y Grimthorpe, que fue ahorcado en York, el 1º de diciembre de 1586, por haber ofrecido hospitalidad a varios sacerdotes.
Estamos perfectamente informados sobre la misión de los PP. Campion y Persons, pero las fuentes son demasiado numerosas para que podamos enumerarlas aquí. Se encontrará una documentación muy suficiente en los artículos que Richard Simpson publicó The Rambler (1856-1858), así como en la biografía que escribió el mismo autor en 1867. Para completarla, véanse las páginas que Camm consagra a Campion en LEM., vol. 11, pp. 266-357. Merecen, además, especial mención, la Vita et martyrium Edmundi Campialli de P. Piombino (Amberes, 1618); el relato del viaje a Inglaterra escrito por el P. PersoM, en Publications de la Catholic Record Society (1906), pp. 186-201; Cardenal Allen, Martyrdom of Father Campion... (ed. Pollen, 1908); J. H. Pollen, quien publicó numero sos artículos en The Month (sobre todo sept. 1897, enero y dic. 1905, y enero 1910). Evelyn Waugh publicó en 1935 una bella biografía de san Edmundo, libre de los "prejuicios trasalpinos" que ensombrecen la biografía de Ricardo Simpson. En las pp. 224.225 de la obra de Waugh, hay una buena bibliografía sobre el tema; añádase a ella la obra de A. C. Southern, Elizabethan Recusant Prose (1950), c. III. Acerca de las reliquias de Campion cf. Beda Camm, Forgotten Shrines (1911), pp- 377-378.