Nació en Cam-Chuong (Tonkín) en 1800 en una familia pagana, pero en la adolescencia se convirtió al cristianismo, y tomó en el bautismo el nombre de Domingo. Ingresó luego en la Orden Tercera de Santo Domingo. Los misioneros lo prepararon al sacerdocio, que ejerció con celo y entrega a lo largo de muchos años, incluyendo los de la persecución iniciada en 1851, en los cuales trabajó en la clandestinidad con gran eficacia por mantener a los cristianos en la fe. Vivía escondido, pero sabía dejar oportunamente su escondite para administrar los sacramentos y atender pastoralmente a los fieles.
Su presencia fue denunciada al mandarín de la provincia, que mandó buscarle y logró arrestarlo en Ha-Lang el 29 de enero de 1859. Fue llevado a Hung-Yen, capital de la provincia, y acusado de profesar una religión prohibida. Con gran entereza dio testimonio de su fe y se negó a abandonarla. El juez quería salvarlo pero no pudo, dada la claridad con que el mártir profesaba ser cristiano. Pasó el resto del tiempo en la cárcel, en la que pudo recibir visltas y animar a todos en el camino de la perseverancia. Por fin fue condenado a muerte y decapitado el 11 de marzo de 1859. Fue canonizado el 19 de junio de 1988.