La lista de los santos jóvenes que la Iglesia ha llevado a los altares en el siglo XX, comprende a la religiosa carmelita, Teresa Margarita del Sagrado Corazón, canonizada en 1934. Ana María Redi, como se llamaba antes de ingresar en religión, nació en Arezzo, pero pasó la mayor parte de su vida en Florencia. Había nacido en 1747. Sus padres la enviaron a Florencia, diez años después, a educarse con las religiosas del convento de Santa Apolonia. Allí pasó la joven siete años, dando admirable ejemplo de obediencia, modestia, espíritu de oración, diligencia y todas las virtudes propias de un estudiante. Volvió a su casa durante unos meses, al terminar su educación. Allí recibió una especie de aviso sobrenatural de santa Teresa de que debía entrar en la Orden del Carmelo. Así pues, ingresó en el convento de Santa Teresa de Florencia, en 1765. Hubiese querido ser hermana lega, pero sus superiores no se lo permitieron. Después de un noviciado muy edificante, hizo los votos de las religiosas de coro.
No hay mucho que contar sobre la vida de retiro que Teresa Margarita llevó en el claustro; pero quienes tuvieron oportunidad de tratarla en los cinco años de vida que Dios le concedió en el convento, hablaban con gran entusiasmo de su extraordinaria fidelidad a la vocación. Todavía se conservan los testimonios de sus hermanas en el proceso episcopal, instruido poco después de su muerte, con miras a la beatificación. La santa era especialmente devota del Sagrado Corazón. También se distinguía por su maravillosa caridad, que le llevaba a aprovechar cuantas oportunidades le ofrecía la vida del claustro para sacrificarse por sus hermanas. Probablemente la forma tan estricta en que practicó la oración, la penitencia y la pobreza, yendo más allá de lo que exigía la regla, acortó sus días. Además, durante la mayor parte de su vida religiosa ejerció el oficio de enfermera; en él dio muestras de maravillosa ecuanimidad y alegría, aunque su débil salud habría exigido que se la contase más bien entre las enfermas. Teresa Margarita murió a los ventitrés años de edad. Su cuerpo permaneció expuesto durante quince días, sin que se advirtiera la menor señal de descomposición y, hasta el presente, se halla incorrupto. La santa ha sido muy venerada, sobre todo en Florencia y ha obrado numerosos milagros.
El «Summarium de virtutibus» para el proceso de beatificación se encuentra en el Museo Británico. Ver Lorenzo, La b. Teresa Margherita (1930); Stanislas, Un angelo del Carmelo (1930).