La «Pasión de Santa Sabina», compuesta en el siglo VI y totalmente carente de valor histórico, afirma que la santa, que era viuda, se había convertido al cristianismo gracias a su criada siria, Serapia. Esta fue martirizada por orden de Adriano, el 29 de julio y su ama la siguió en el martirio un mes después. Se dice que esta santa Sabina era la titular de la famosa iglesia del Aventino que lleva su nombre. Pero, a decir verdad, ni siquiera estamos ciertos de que dicha mártir haya existido realmente. La iglesia que acabamos de mencionar llevaba originalmente el nombre de «Titulus Sabinae» y sólo más tarde recibió el de «Titulus Sanctae Sabinae». No es, pues, imposible que en este caso, como en algunos otros, la celebración anual del que construyó la iglesia se haya confundido más tarde con la del santo a cuyo nombre estaba dedicada. De eso a la invención de una leyenda apropiada no hay más que un paso.
El Martirologio actual no conmemora a Serapia, ni convalida la leyenda, sino que se limita a evocar el carácter venerable de la titular de un templo romano tan tradicional. La fecha que da el santoral no corresponde a la supuesta pasión (que de ser histórica habría ocurrido en el siglo II) sino a la erección de la titularidad de la basílica como «Santa Sabina».
Delehaye, en Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, pp. 475-476, discute el caso de santa Sabina y cita las opiniones divergentes de De Rossi, J. P. Kirsch, Lanzoni y otros. La pasión de la santa puede verse en Acta Sanctorum, agosto, vol. VI. Art. del Butler con adaptación. La imagen muestra el interior actual de la tradicional basílica.