La familia de santa Rictrudis era una de las más ilustres de Gascuña. Los padres de la santa eran tan devotos como ricos. Cuando niña, Rictrudis conoció en la casa de su padre al que, con el tiempo, habría de ser su director espiritual: san Amando, a quien desterró el rey Dagoberto por haberle echado en cara su conducta licenciosa. El santo prelado evangelizaba entonces la Gascuña, cuyos habitantes eran todavía paganos. Más tarde, los padres de Rictrudis recibieron a otro ilustre personaje, Adabaldo, noble francés que gozaba del favor del rey Clodoveo. Los padres de la joven le concedieron la mano de su hija, a pesar de la oposición de los que veían con malos ojos toda alianza con los francos. Adalbaldo se transladó con su esposa a Ostrevant de Flandes. Dios los bendijo con cuatro hijos: Mauronte, Eusebia, Clotsinda y Adalsinda, destinados también a alcanzar el honor de los altares.
Al término de su destierro, san Amando pasaba algunas temporadas con sus antiguos amigos, cuya vida santa y feliz describió en términos idílicos, en el siglo X, el biógrafo de santa Rictrudis. Después de dieciséis años de matrimonio, Adalbaldo fue asesinado en Gascuña por algunos parientes de su esposa que nunca le perdonaron su matrimonio con ella. Fue un golpe terrible para santa Rictrudis, quien decidió entrar inmediatamente en el convento; pero san Amando le aconsejó que esperase hasta que su hijo pudiera establecerse en la corte. La dilación provocó más tarde serias dificultades a santa Rictrudis, pues el rey Clodoveo II, al verla tan rica y atractiva, determinó casarla con uno de sus favoritos. En tales casos, los deseos del rey eran órdenes. Santa Rictrudis se defendió en vano; pero al fin san Amando persuadió al monarca de que dejase a su protegida seguir su vocación. Santa Rictrudis se trasladó entonces a Marchiennes, donde fundó un monasterio para hombres y otro para mujeres; en éste último recibió el velo de manos de san Amando.
Sus dos hijas menores, Clotsinda y Adalsinda, la siguieron al convento, en tanto que Eusebia fue a vivir con santa Gertrudis, su abuela paterna, en Hamage. Tras de pasar algunos años en la corte, Mauronte determinó también abandonar el mundo; recibió la tonsura en Marchiennes, en presencia de su madre. Adalsinda murió joven. Clotsinda sucedió a santa Rictrudis en el gobierno del convento. Santa Rictrudis murió a los sesenta y seis años de edad.
Hubaldo de Elnone, que escribió la vida de santa Rictrudis el año 907, trató de exponer realmente la verdad histórica, a pesar de que casi todos los documentos se habían perdido cuando los normandos saquearon e incendiaron Marchiennes, en 881. Ver el admirable estudio que hizo sobre el tema L. Van der Essen, en Revue d'histoire ecclésiastique, vol. XIX (1923), sobre todo pp. 543-550, y Etu.de Critique... des Sainls Mérovingiens (1907, pp. 260-267) del mismo autor. La biografía de Hubaldo y otros documentos se hallan en Acta Sanctorum, mayo, vol. III. W. Levison, en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Merov., vol. VI, reeditó únicamente el prólogo. Algunas veces se confunde a Santa Rictrudis con Santa Rotrudis; se venera a esta última en Saint-Bertin y Saint-Omer, pero no sabemos nada de su vida.