Nona nació a fines del siglo III. Aunque había sido educada en el cristianismo, se casó con Gregorio, un magistrado de Nazianzo de Capadocia que era miembro de la secta judío-pagana de los Hipsistarios. A pesar de todo, el matrimonio fue muy feliz y dio a la Iglesia una de las más brillantes familias de santos en la historia. Santa Nona convirtió con su ejemplo a su esposo, quien llegó a ser obispo. Hay que hacer notar que en aquella época no era todavía universal la ley que prescribe que los obispos fueran solteros o viudos. El esposo de Santa Nona alcanzó el honor de los altares con el nombre de san Gregorio de Nazianzo el Viejo. Tuvieron tres hijos que fueron santos: san Gregorio de Nazianzo el Divino, uno de los más grandes Doctores de la Iglesia, quien habla en sus escritos de su santa y virtuosa madre; santa Gorgonia, que se casó y tuvo tres hijos; y san Cesario, médico. La madre sobrevivió a dos de sus hijos: Gorgonia murió en sus brazos y santa Nona tuvo el consuelo de oír a su hijo Gregorio pronunciar las oraciones fúnebres de Gorgonia y Cesario, que habían de ser la admiración de las épocas venideras. Santa Nona murió pocos meses después de perder a su esposo, siendo ya muy anciana, el año 374. Fue una mujer extraordinaria que mereció las alabanzas de su esposo y las bendiciones de sus hijos.
En Acta Sanctorum, agosto, vol. II, hay un artículo aceptable sobre Santa Nona: cf. A dictionary of Christian Biography, vol. IV, p. 50. San gregorio el Viejo, cuya fecha tradicionalmente es el 1 de enero, no está inscripto en el Martirologio Romano actual.