Los documentos de la Sagrada Congregación de Ritos llaman simplemente María Micaela Desmaisiéres a esta ilustre dama española que era vizcondesa y tenía una larga hilera de apellidos. Había nacido en Madrid, en 1809 y era todavía una niña cuando perdió a su madre. Se negó obstinadamente a contraer matrimonio y vivió algunos años con su hermano, en París y en Bruselas, donde éste fue embajador. Naturalmente, María Micaela se veía obligada a asistir a los banquetes, los bailes oficiales y las funciones de teatro, pero con la comunión diaria y con el uso de instrumentos de penitencia bajo los vestidos, consiguió resistir a todas las tentaciones. Su pasión era impartir instrucción religiosa a los ignorantes, salvar a los indefensos y a los caídos y socorrer a los enfermos y a los pobres.
Al volver a España, hizo varios intentos de organizar esa clase de ayuda al prójimo, a pesar de la oposición que suele provocar tal actividad. Su obra más duradera fue la Congregación de las Siervas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, de la que fue elegida superiora general en 1859. Las religiosas se ocupaban de las mujeres perdidas. Todavía en vida de la fundadora la Santa Sede aprobó provisionalmente, por cinco años, la nueva congregación. La aprobación definitiva llegó poco después de la muerte de la fundadora. Para entonces, la congregación ya se había extendido mucho y tenía ante sí un brillante futuro. En 1865, con miras a obtener la aprobación definitiva, la madre Micaela emprendió el viaje a Roma. Pero, al enterarse de que una epidemia de cólera hacía estragos en Valencia, acudió a ayudar a sus hermanas en el trabajo de atender a los enfermos. Ya en otras ocasiones, la santa había asistido a las víctimas del cólera, pero aquella vez contrajo la enfermedad y murió el 24 de agosto, víctima de la caridad. Fue canonizada en 1934.
En Acta Apostolicae Sedis, vol. XVII (1925), pp. 292-296, pueden verse el breve de beatificación y un resumen biográfico. Véase Kempf, Holiness of the Church in the Nineteenth Century pp. 199-201; y Angelo Romano di S. Teresa, La Beata María Michelina del Sacramento (1925).