Nació hacia el 960, probablemente en el castillo de Geldern, en Alemania; de niña fue confiada para su educación a las canónigas de San Jerónimo, del monasterio de Santa Úrsula, en Colonia, donde se distinguió en el estudio y por su innata piedad. Su hermano Gofredo murió en la guerra contra los bohemios en el 977, y los padres destinan la parte de herencia que le hubiera correspondido a la construcción de un monasterio de canónigas en Vilich (o Bellich), cerca de Bonn, designando a Adalheide como primera abadesa. A pesar de su corta edad, se mostró a la altura de su misión, promoviendo en el convento el estudio y las obras de piedad.
Después de la muerte de su madre (994) Adalheide decidió introducir en la comunidad la Regla de San Benito, y después de haberla experimentado personalmente durante todo un año, se puso bajo la dirección de las benedictinas del monasterio de Santa María del Capitolio, en Colonia, de las que era abadesa su hermana Bertrada. Hacia el 1000 su hermana murió, y Adalheide fue puesta por el obispo de Colonia, san Heriberto, con el consentimiento del emperador Otón III, también en la dirección del convento de Colonia. Se comprometió en la guía de los dos monasterios con gran prudencia y energía en la toma de decisiones, así como en la caridad hacia los pobres, a quienes destinó de manera estable ciertas rentas del monasterio de Vilich.
Tuvo dones místicos y, gracias a su intercesión, también se produjeron milagros. Murió en Colonia el 5 de febrero de 1015 y el cuerpo, por deseo suyo, fue sepultado en el claustro del monasterio de Vilich, pero enseguida fue trasladado a la Iglesia, dado el gran número de peregrinos que acudían a rezar a su tumba, amenazando la tranquilidad del claustro. El culto de la santa comenzó inmediatamente después de su muerte y tuvo una gran difusión, llegando incluso a Francia, donde se la conoció con el nombre de Alicia. El papa Pablo VI confirmó su culto inmemorial el 27 de enero de 1966.
Traducido para ETF de un artículo de Antonio Borrelli. En Acta Sanctorum, febrero, vol. I, pp. 721-727, puede leerse en latín la vida, escrita por Bertrada, monja contemporánea suya. El decreto de confirmación de culto, que también traza una somera biografía, puede verse en AAS 58 (1966) pág 400ss.