San Ulrico nació en Augsburgo el año 890 y se educó en la abadía de San Galo. Santa Wiborada, que vivía cerca de dicha abadía, predijo, según se cuenta, que Ulrico sería un día obispo y sufriría pruebas muy duras. Pero el santo fue tan delicado en su juventud, que los otros monjes estaban persuadidos de que no viviría mucho tiempo. Sin embargo, la regularidad y la templanza fueron más provechosas a su salud de lo que hubiesen sido, probablemente, el cuidado solícito de sus padres y la atención de los médicos. El cardenal Lugo aduce varios ejemplos que prueban que el hecho no es único en la historia de las órdenes religiosas. Cuando Ulrico terminó sus estudios en la abadía, su padre le llevó a Augsburgo y le confió al cuidado del obispo de esa ciudad. Con el tiempo, san Ulrico le sucedió en el gobierno de la sede.
Los magiares habían saqueado poco antes la región, asesinado a santa Wiborada, asolado la ciudad de Augsburgo y destruido la catedral. Para no perder tiempo, el nuevo obispo construyó una pequeña iglesia para reunir al pueblo que, a raíz de tantas desgracias, necesitaba urgentemente instrucción, consuelo y ayuda. El santo prodigó todo eso a su grey y se consagró enteramente a sus funciones espirituales, en cuanto se lo permitían sus otras obligaciones. Se levantaba diariamente a las tres de la madrugada para asistir a los maitines y laudes y no salía de la iglesia sino hasta la hora de nona; entonces se dirigía al hospital, donde alentaba a los enfermos y lavaba los pies a doce mendigos, a los que daba además una generosa limosna. Pasaba el resto de la jornada instruyendo, predicando y visitando a sus fieles y cumpliendo los deberes de un pastor solícito. Cada año visitaba íntegramente su diócesis.
En los últimos años de su vida, deseando retirarse al monasterio de San Calo, renunció al gobierno de su sede en favor de su sobrino Adalbero. Esto constituía una irregularidad canónica, y san Ulrico tuvo que responder de sus actos ante un sínodo reunido en Ingelheim. En su última enfermedad, pidió que le recostasen en el suelo sobre una cruz de ceniza y murió así, rodeado de su clero, el 4 de julio de 973. En su tumba tuvieron lugar numerosos milagros. El Papa Juan XV le canonizó de manera solemne el 31 de enero del 993, en el curso de un sínodo en Letrán; ésta fue la primera canonización llevada a cabo por un papa.
Los materiales sobre la vida de san Ulrico son muy abundantes. El documento más importante es la biografía escrita por su contemporáneo, el preboste Gerardo; puede verse en Acta Sanctorum, julio, vol. II. Existe además otra biografía escrita por Berno, abad de Reichenau (en Migne, PL., CXLII, 1183-1204). Según parece, san Ulrico no dejó ningún escrito; todos los autores admiten actualmente que la «carta contra el celibato», que se le atribuía antiguamente, es una falsificación que data del período de los «Libelli de Lite» (cf. The Month, marzo, 1908, pp. 311-313). Los reformadores aprovecharon esa carta, que fue traducida al alemán en 1521 y al inglés en 1550 (Londres). Cuadro: Hans Burgkmair, 1518, Berlin.