Nació en Montelagello o Agelione, cerca de Perugia, en fecha desconocida. Inclinado desde niño a la piedad, los padres no miraban con buenos ojos la vocación religiosa del muchacho. Pero el joven maduraba su vocación y se preparó al sacerdocio que recibió oportunamente, dando un gran ejemplo de virtud como sacerdote y sobresaliendo por su caridad con los pobres. No dudó en pedir al propio emperador Otón II, a su paso por Perugia, que impidiera los latrocinios y abusos de sus tropas.
Luego tuvo la iniciativa de fundar un monasterio benedictino en el sitio de la antigua catedral de Perugia y en donde estaban las reliquias de san Herculano. Obtenida la licencia del obispo, se construyó el monasterio y quedó Pedro como superior al frente del mismo, acudiendo numerosas vocaciones deseosas de vivir la vida religiosa en profundidad. El papa Juan XIII (+ 972) estuvo de acuerdo en la erección del monasterio, y otorgó la exención de la jurisdicción episcopal y consagró abad del mismo a Pedro. La iglesia fue dedicada a San Pedro el 22 de noviembre del año 969. Pedro rigió santamente el monasterio, dando personalmente un eximio testimonio de virtud y vida cristiana por su austeridad, espiritualidad y grandes virtudes. Murió el 10 de julio de 1007.