De san Metrón no han quedado muchos datos, aunque sí el persistente recuerdo de su austeridad en los martirologios italianos, y en algunos otros. El obispo de Verona Agostino Valier, que pontificó a fines del siglo XVI, escribió en la vida de San Vital unas referencias a nuestro santo, donde cuenta que Metrón era de origen germánico, y que por un muy grave pecado le había sido impuesta una penitencia por el obispo: sus pies fueron engrillados y las llaves arrojadas al río, con el voto de no poder abrir mientras su culpa no fuera perdonada. Al cabo de muchos años, se encontraron las llaves en el vientre de un pez, lo que sirvió de signo para saber que Dios había aceptado su penitencia. Este «milagro» es bastante habitual en la literatura hagiográfica.
Posteriormente, según esta misma vida y algunos santorales, fue ordenado presbítero, y acabó sus días como ermitaño en Verona, donde fue enterrado en la igelsia de San Vital. Allí le fue dedicado en 1476, posiblemente como oblación por un favor recibido, un altar, con una estatua del santo en la que era representado con ropas sacerdotales. Cabe aclarar que no es seguro que haya sido clérigo. Decía el mismo obispo Agostino que en la iglesia de San Vital aun se exhibía la cadena con la que estuvo amarrado en su tiempo de penitente. Hay reliquias del santo en otros templos de la región, como el de Santa María del Paradiso, que tiene también un altar dedicado a san Metrón.
El testimonio, como puede verse, es breve y tardío, y es todo lo que hay acerca de este santo; se reproduce el pasaje entero en Acta Sanctorum, mayo, vol II, pág. 306. No hay precisiones en torno a las fechas en las que vivió.