La biografía de san Maturino, que es totalmente legendaria, cuenta que nació en Larchant, en el territorio de Sens, y que sus padres eran paganos. A diferencia de su padre, quien perseguía a la Iglesia, Maturino abrió su corazón al Evangelio y, a los doce años, fue juzgado digno de recibir el bautismo. Sus primeros convertidos fueron sus propios padres. A los veinte años, recibió Maturino la ordenación sacerdotal, y Dios le concedió una gracia especial para arrojar a los malos espíritus. Su obispo tenía tal confianza en él, que le delegó el gobierno de la diócesis mientras él iba a Roma. El santo predicó en el Gâtinais, donde convirtió a muchas gentes. Cuando su fama de exorcista llegó a Roma, se le convocó a dicha ciudad para que librase a una doncella noble, a quien el demonio atormentaba mucho. Según la leyenda, san Maturino murió en la Ciudad Eterna. Su cuerpo fue trasladado a Sens y, más tarde, a su pueblo natal. Los hugonotes destruyeron las reliquias. A Io que parece, el culto de san Maturino nunca estuvo muy extendido. En Francia se suele llamar «maturinos» a los frailes trinitarios, porque tenían en París una iglesia dedicada a este santo.
Véase Acta Sanctorum, nov., vol. I, donde se hallará el texto latino de la leyenda, con un comentario. El culto local de san Maturino ha sido estudiado a fondo por E. Thoison en una serie de artículos publicados en los Annales de la Société hist.-archéol. Gâtinais (1886-1888). Cf. H. Gaidoz, en Mélusine, vol. v (1890), pp. 151-152.