Los hagiógrafos medievales cuentan que Maclovio nació en el sur de Gales, cerca de Llancarfan y que se educó en el monasterio del lugar. Cuando terminó sus estudios, sus padres querían que abandonase el monasterio, pero él se negó. Después de pasar algún tiempo escondido en una de las islas del mar de Severn, regresó para recibir la ordenación sacerdotal. Maclovio determinó partir de Inglaterra, tal vez a causa de las grandes epidemias que asolaron al país a mediados del siglo VI. Se embarcó con rumbo a Bretaña, se estableció en la isla donde se encuentra actualmente la población de Saint-Malo (nombre puesto en su honor) y empezó a evangelizar la región de Aleth (Saint-Servan). Construyó iglesias y fundó monasterios, protegió a los pobres contra los abusos de los ricos y convirtió a muchas gentes. Cuando se dirigía de un sitio a otro en sus viajes misionales, solía rezar los salmos en voz alta. San Maclovio se atrajo la hostilidad de algunos personajes. Después de la muerte del jefe que primero le había perseguido y después le había protegido, los enemigos del santo empezaron a levantar cabeza. Maclovio decidió entonces partir. Así pues, se embarcó con treinta y tres monjes, anatematizó solemnemente a sus enemigos desde el navío y empezó a costear hacia el sur. Se estableció en Saintes y pasó allí varios años, hasta que los habitantes de Aleth enviaron una embajada, pidiéndole que regresase, pues había una gran sequía en toda la región y el pueblo la consideraba como un castigo por la forma en que se había tratado al obispo. San Maclovio hizo un viaje a Aleth y, en cuanto llegó, se desató un copioso aguacero. Sin embargo, el santo no se quedó allí, sino que emprendió el viaje de vuelta a Saintes y falleció en el curso del mismo.
Los biógrafos de san Maclovio refieren un buen número de leyendas y milagros inverosímiles. En particular, afirman que, siguiendo el ejemplo de san Brendan, partió en busca de la fabulosa isla de los Santos y que celebró la Pascua sobre el lomo de una ballena. Naturalmente, estos prodigios pasaron a la iconografía popular. Algunas biografías afirman que no sólo siguió el ejemplo de san Brendan, sino que fue bautizado por él y fue su discípulo.
En Biblioteca Hagiográfica Latina, nn. 5116-5124, se citan cuatro o cinco biografías medievales; la más conocida es la que se atribuye al diácono Bili, quien la escribió en la segunda mitad del siglo IX. Probablemente Bili y los otros biógrafos anónimos (BHL, 5117), se basaron en una biografía primitiva, que se ha perdido. Los textos pueden verse en la obra de Plaine y La Borderie, Deux vies inédites de S. Malo (1884). La cuestión es demasiado complicada para discutirla aquí; véase sobre todo F. Lot, Mélanges d'histoire bretonne (1907), pp. 97-216; Duchesne, en Revue Celtique, vol. XI (1890), pp. 1-22; Poncelet, en Analecta Bollandiana, vol. XXIV (1905) , pp. 483-486.