Un día llegó la fiesta de la Madre de Dios, y acudieron padre e hijo a una iglesia fuera del monasterio, a una ceremonia celebrada con toda solemnidad por el obispo, sus presbíteros y diáconos. Permanecieron en oración y alabanza a la Virgen durante toda la noche. Pero a Eudecio lo comenzó a embargar un gran sopor, y le fue revelado que él mismo migraría de esta vida en breve, y que su hijo sería elevado a un solio episcopal, y que los herejes de Brindisi, por la predicación del joven, abrazarían la fe. Como signo de la elección divina, la visión le cambió el nombre a padre e hijo, y Euprescio pasó a llamarse Leucio. Posiblemente en el cambio de nombres hay un juego de palabras, pero los términos originales se han desdibujado al pasar del griego al latín; "Leucio" hace pensar en Leukós, blanco, puro; aunque la visión interpreta que el nuevo nombre significa que ha venido sobre él el Espíritu Divino.
Brindisi era en ese momento un activo puerto romano en amplio contacto con la civilización griega, por lo que la llegada de cristianos del oriente era de lo más habitual. Allí se dirigió Leucio, y en las afueras de la ciudad, en el anfiteatro, comenzó a predicar y bautizar. Sin embargo su fama se consolidó con milagros, y en especial uno en el que, en una de las típicas sequías de la región, la invocación por el santo de la Siempre Virgen María, hizo descender abundante agua, de tal modo que a partir de allí todos tuvieron testimonio de que Dios estaba con él.
Tal como le había dicho la visión a su padre, llegó a ser obispo del lugar, y descansó en el Señor un 11 de enero.
Faltan, como puede notarse, referencias cronológicas: no sabemos cuándo está contextualizada esta historia, ya que el intercambio cristiano entre griegos y latinos fue constante durante siglos, y mucho más en la zona oriental del sur de Italia. Las tradiciones locales, como lo hace notar el elogio del Martirologio Romano, lo consideran "el primer obispo de esa ciudad"; esto seguramente surge de la escena en que la visión le plantea al padre de Leucio que su hijo deberá convertir a los herejes a la fe, por lo que no es raro encontrar algunos santorales donde se lo ubica en el siglo II, y en la misma Brindisi así se hace. Sin embargo, los testimonios arqueológicos y del culto hablan más bien del siglo IV que del II, y posiblemente, aunque Leucio llegó a ocupar la sede episcopal, dicha sede ya existía antes de su llegada. Su culto está perfectamente atestiguado en la región, con ruinas que se remontan al siglo VI, así como con la inscripción en diversos martirologios, entre ellos el llamado Jeronimiano, de los más importantes. Lamentablemente, las "vidas" que se conservan no aportan más datos que los mencionados del leccionario local. Aunque en su imaginería aparece a veces como mártir, no hay ninguna tradición que abone este extremo.
Acta Sanctorum, enero, I, pág. 667, ha coleccionado bastante material local, como las diversas lecciones del breviario, así como una "Vita" anónima -y un poco tardía-, y un poema litúrgico, pero de escaso valor.