Es difícil entender el culto de san Honorato de Buzançais, venerado en el centro de Francia, en Buzançais, Berry y el Poitou. Su vida no tiene nada de extraordinario en el sentido de "virtudes heroicas" que apreciamos hoy como signos de santidad. Era un laico, comerciante en ganado, según las leyendas locales de carácter muy alegre, que ayudaba a los pobres, y a dotar a la jóvenes casaderas y pobres de su parroquia. Un día emprende un viaje, y a su regreso sus siervos habían dilapidado gran cantidad de su patrimonio. Los reprendió severamente y estos lo asesinaron y abandonaron su cuerpo en el bosque de Thénezay, en el año 1250.
Hasta aquí no hay nada que nos hable de una vida distinta de cualquier persona buena, e injustamente asesinada. Sin embargo su cuerpo fue hallado y reconocido, y al contacto con sus restos comenzaron a ocurrir milagros: curaciones, etc. Así como hoy señalamos la santidad con las virtudes heroicas, y los milagros -aunque canónicamente exigidos- ocupan un puesto secundario, en aquel momento la realización de milagros era el primer y más claro signo de la elección divina, así que inmediatamente surgió la disputa entre Thénezay y Buzançais por la posesión de tan preciado tesoro, hasta que se dividió en dos: el cuerpo fue a su lugar de nacimiento, y la cabeza quedó en el de su muerte, y en torno a ella se erigió una iglesia, y se formalizó el culto.
Como señala pertinentemente un santoral danés: Tal vez Dios había visto en él algo que nosotros no hemos llegado a ver. El Martirologio Romano lo inscribe como santo de culto local (beato), en testimonio de una ininterrumpida tradición devocional. Es invocado contra los cólicos, con una rima tradicional (la traducción se encuentra en la oración al santo, en esta misma página):
Bon saint Honoré, par le fer éventré,
Délivre-moi du feu qui brûle mes entrailles.
Et aussi de mes péchés et de tout ce qui mal me fait.
Accorde-moi la paix, bon saint Honoré.
Amen.
Las leyendas locales están recogidas en Notice historique sur Saint Honoré, Laïque, né à Buzançais (Indre), décapité à Buzay (Deux-Sèvres), vénéré en Berry et en Poitou, par M. l’Abbé Oudoul, Curé de Buzançais, auteur de plusieurs ouvrages de Piété, Paris, A la librairie de Piété et d’éducation, 1846.